lunes, 22 de enero de 2018

Impulsividad ¿Hemos perdido el norte?


Estamos bombardeados por noticias que no reflejan la sociedad real; son una mezcla de información y “espectáculo estridente” donde lo que prima es captar espectadores y aumentar la audiencia, distorsionando la imagen del comportamiento real del conjunto de la sociedad.  También es verdad que en pocos meses asistimos a noticias que ponen los pelos de punta. Me refiero a los presuntos abusos de La Manada,  al asesinato de Diana Quer, los abusos sexuales  históricos en Hollywood y otros países, los 1000 estudiantes daneses investigados por tener imágenes pedófilas en sus ordenadores, las detenciones  habituales por pedofilia …o cuestiones más cercanas como conversaciones que percibimos en nuestro quehacer diario, en el bus, en el metro, en el trabajo…, o en alguna reunión social. 

Para solucionar cualquier problema es necesario acudir a las causas y actuar sobre ellas. Es importante no confundir las causas con los efectos  para no equivocar el diagnóstico y las medidas correctoras. También es interesante pedir consejo y preguntar al que sabe para alimentar el propio criterio.

Nos da miedo tocar el tema de la sexualidad como fuente de problemas por miedo a que nos traten de retrógrados, pero la sexualidad es una pasión, inocua para uno mismo y para la sociedad si está bajo control y si ha madurado en el respeto al otro/a. El diccionario de la Real Academia Española de la Lengua atribuye nueve significados al término "pasión". Me quedo con los tres relacionados con este tema:
  1. Perturbación o afecto desordenado del ánimo.
  2. Inclinación o preferencia muy vivas de alguien a otra persona.
  3. Apetito de algo o afición vehemente de ello.

Las tres hacen referencia a una inclinación que nos cuesta trabajo controlar. Hay que tener valores, una cabeza en su sitio y una voluntad madura forjada desde la niñez para que lo impulsivo no reine en nuestra vida ordinaria. Pero también hace falta un entorno idóneo y este no es favorable cuando diariamente recibimos mensajes que no fomentan precisamente el necesario autocontrol para disfrutar de una vida equilibrada. 

Es raro el día que no emitimos o recibimos mensajes frívolos sobre la sexualidad, el consumo de comida, bebida, drogas, pornografía, ….todos comportamientos  y actitudes impulsivas. Luego nos extraña que nuestros niños –en palabras de un prestigioso Juez de Menores- NO ACEPTEN EL NO POR RESPUESTA en sus relaciones con el otro sexo y vaya en aumento el número de menores encausados por estos temas.

José Antonio Marina, uno de los pensadores de cabecera en nuestro país,  afirma que “La gestión de las emociones debe hacerse desde fuera de las emociones, porque las emociones tienden siempre a ser dictatoriales.” En otras palabras, es la razón la que debe predominar en la toma de decisiones y no al revés.  También que los mejores diagnósticos sobre como gestionamos nuestra emociones son externos a nosotros mismos, y provienen de personas cercanas que son dueños de si mismas.

También dice Marina que  Nacemos dependientes y nos cuesta liberarnos de muchas cosas: nuestros miedos, pasiones, perezas, ignorancias…el niño debe aprender a ser libre” . El mejor aprendizaje proviene del ejemplo de los padres y, en menor medida, de las vivencias en el centro escolar y con los familiares y amigos.

Es Jean Jacques Rousseau el que afirma que  Todas las pasiones son buenas mientras uno es dueño de ellas, y todas son malas cuando nos esclavizan.”

Una persona es dueña de sus pasiones después de un proceso que comienza en la niñez y que debe ser mantenido a lo largo de toda la vida. Es vital el papel de los padres para que sus hijos alcancen este ingrediente de madurez. Por ello no deben pasar por alto, en su tarea educativa, los siguientes aspectos:
  •  Comportamiento ejemplar y habitual de los padres en el control de los impulsos (comida, bebida, compras, ocio,…)
  • El autocontrol cuesta, como todo lo que vale la pena. Por ello hay que hacerlo atractivo pensando en lo que se consigue más que en lo que no se disfruta.
  •  La educación de los hijos debe tender a retrasar recompensas y a eliminar caprichos, en el día a día.
  • Las fuentes de la impulsividad son los cinco sentidos plenamente satisfechos, con escasos límites.
  • La ausencia de trascendencia, de espiritualidad,  favorece la impulsividad.
  • Entrando en pequeños detalles del día a día de nuestros hijos
    • Deben levantarse puntualmente.
    • Dependiendo de la edad y de sus circunstancias, deben asumir responsabilidades en casa (orden en el cuarto, retirar o limpiar platos, poner lavadoras, barrer, hacer la comida, planchar,…)
    • Respetar un horario para las comidas y bebidas y evitar que se pique entre horas. El agua en las comidas es más aconsejable que las bebidas carbonatadas
    • No convertir lo extraordinario (pasteles, bebidas carbonatadas, gominolas…) en ordinario.
    • Controlar tiempos de dedicación a la televisión, videoconsolas, internet, etc.
    • Retrasar todo lo que se pueda el móvil y el acceso desde este a internet.
    • Otros….

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