La preocupación de los padres por
el futuro profesional de los hijos aparece poco después de que estos nazcan.
Cuando pasan los primeros momentos de ilusión y se es consciente de que a esa
personita hay que darle de comer y educarlo, se hace presente la "presión" de ser
padre - madre, aunque algunos/as confiesan cierta tensión durante el embarazo.
Esto viene a cuento de más de una
conversación mantenida con padres de
adolescentes con un horizonte profesional poco claro. Uno de los aspectos que
entra en juego en la gestión de estas situaciones, de forma más o menos consciente, es el estatus profesional y social de los padres. Que difícil resulta
para algunos buenos profesionales, que
disfrutan de reconocimiento social y
profesional, tener un hijo que no va a llegar a su nivel o que, incluso, se
puede quedar bastante lejos. Qué difícil resulta a los hijos de padres con prestigio aceptar un futuro profesional uno, dos o más peldaños por debajo del disfrutado por sus progenitores.
Con la situación anteriormente
descrita nos hemos encontrado todos y todos hemos visto distintas formas de
resolverla; desde padres que aceptan con naturalidad, sin dramatismo, que su
hijo va a ser un honesto y, por qué no, feliz funcionario del grupo C o D,
hasta padres que obligan a su hijo a prepararse durante años y años
la oposición de notaria que nunca va a sacar, cargando sobre sus
espaldas un profundo y evitable "fracaso".
Es importante ser objetivo con
las capacidades de los hijos para evitar hacerles un daño innecesario, poniéndoles objetivos que les resulta imposible alcanzar. También
es bueno saber que los padres desempeñan un papel importante en el éxito de sus
hijos en momentos muy concretos de su vida, concentrados la mayor parte de
ellos en la primera infancia, en los primeros años de colegio, en la acertada
corrección de los primeros problemas. El colegio también debe ayudar a los
padres en esa tarea de conocer los talentos reales de sus hijos.
En cualquier caso a los hijos hay
que quererlos tal y como son, con sus éxitos y fracasos, con sus virtudes y
defectos.
Hace unos años conocía el caso de una
familia con varios hijos, residente en una ciudad sin universidad. La mayor de
las hijas terminó el bachillerato de ciencias y sus notas no le daban para
estudiar la carrera deseada, también aconsejada por el colegio. La matriculan en una universidad privada y ya cerca del final del tercer año tiene aprobadas la mitad de asignaturas del primer curso y pocas del segundo. Contra el criterio de los padres la chica ha decidido abandonar la carrera. Las ayudas para
preparar los exámenes durante su etapa escolar eran permanentes; cuando ha tenido que enfrentarse sola a un
cambio de ciudad y a la superación de exámenes sin ayuda, no ha podido. Quizás
habría que haber insistido, en su momento, en el hábito de trabajo diario, en
el número de horas de estudio que debería de haber echado sola para sacar los exámenes
adelante y no los días anteriores al examen, con ayuda. Quizás sus dotes naturales están por debajo de las metas que directa o indirectamente le han ido planteando. Habría que estudiar el caso en profundidad.
De todas formas cabe preguntarse
si esta chica es una fracasada. Yo creo que lo sería si no alcanza una meta
asequible a sus actuales competencias, las que han potenciado, o no, sus padres
y el centro escolar desde la infancia. Digo esto porque la inteligencia se
convierte en talento, en capacidades que afloran y se quedan, con esfuerzo y
dedicación. Es esto último, la capacidad
de esfuerzo mantenido, la constancia, lo
que hay que cultivar en los hijos, más que el manejo puntual de conocimientos
para superar exámenes. Por otra parte se me hace difícil hablar de fracaso en
una chica con 19 años a punto de cumplir los veinte. Lo único que debería
preocuparle a los padres es la causa del abandono de la carrera que les ha
transmitido su vástago : "No voy a matarme estudiando durante tantos
años". Cuestión distinta es el juicio del entorno social de la familia,
que puede ser amortiguado o acrecentado por la actitud de los padres.
Otro tema es la hija. Le cuesta trabajo aceptar "el fracaso", buscar y aceptar una opción que le suponga bajar del estatus del que ha venido disfrutando, aparecer ante su entorno más próximo como incapaz. En este caso porque no está dispuesta a un esfuerzo mantenido durante años. La realidad debe imponerse. Los padres deben hablar con su hija y esta debe aceptar la nueva situación. No hay atajos.... Las normas que ponemos a nuestros hijos cuando son pequeños, los noes a los caprichos, los horarios de estudio, de acostarse y levantarse, los límites a las horas de televisión, ...terminan por ponerse de manifiesto, tarde o temprano, en un sentido u otro.
En cualquier caso la combinación "padres exitosos e hijos con capacidades humildes" ha de ser afrontada y aceptada por los primeros, para poder ayudar adecuadamente a los segundos, sin eximirles de la constancia en el esfuerzo. Hay que poner metas difíciles pero asequibles a cada hijo, desde pequeños. Pedir opinión a los sucesivos profesores y tutores de nuestros hijos no está de más.
Otro tema es la hija. Le cuesta trabajo aceptar "el fracaso", buscar y aceptar una opción que le suponga bajar del estatus del que ha venido disfrutando, aparecer ante su entorno más próximo como incapaz. En este caso porque no está dispuesta a un esfuerzo mantenido durante años. La realidad debe imponerse. Los padres deben hablar con su hija y esta debe aceptar la nueva situación. No hay atajos.... Las normas que ponemos a nuestros hijos cuando son pequeños, los noes a los caprichos, los horarios de estudio, de acostarse y levantarse, los límites a las horas de televisión, ...terminan por ponerse de manifiesto, tarde o temprano, en un sentido u otro.
En cualquier caso la combinación "padres exitosos e hijos con capacidades humildes" ha de ser afrontada y aceptada por los primeros, para poder ayudar adecuadamente a los segundos, sin eximirles de la constancia en el esfuerzo. Hay que poner metas difíciles pero asequibles a cada hijo, desde pequeños. Pedir opinión a los sucesivos profesores y tutores de nuestros hijos no está de más.
Termino esta breve reflexión con
una frase de William Faulkner, escritor estadounidense:
"Todos fallamos en alcanzar nuestros
sueños de perfección, así que nos ponemos nota sobre la base de nuestro
espléndido fracaso al intentar lograr lo imposible"
José Antonio de la Hoz
José Antonio de la Hoz
No hay comentarios:
Publicar un comentario