lunes, 11 de enero de 2016

Gregorio Luri:en cuarto de primaria se sabe quien va a fracasar

La filosofía ayuda a pensar y despierta el pensamiento crítico pero siempre que leo a un filósofo lo hago con cierta aprensión, porque algunas de sus ideas  han sido el origen de conocidas y sonadas tragedias de la humanidad. Millones de seres humanos a lo largo de la historia han sido perseguidos, maltratados,  despreciados, discriminados o asesinados como consecuencia práctica  de la obra de algún filósofo. Con esto no quiero provocar ninguna aversión  ni menospreciar todo lo positivo de  los filósofos y la filosofía, que es mucho, sino avisar de que hay que acercarse a este campo con cierta madurez intelectual.

Dicho esto, leo  una entrevista a Gregorio Luri, profesor y filósofo, en el siguiente enlace http://goo.gl/PCHuSD . Hay afirmaciones suyas  con las que no estoy de acuerdo y otras con las que me identifico. Voy a hacer un resumen de estas últimas y aludiré a algunos datos curiosos que menciona.

Para poner en antecedentes Gregorio era un niño pobre – en eso coincidimos -, que nació en Navarra en 1955  y que recibió cariño y buenas enseñanzas de sus padres. Lo digo porque habla bien de ellos y por algunas de las ideas que le transmitieron –siguiendo su propio relato-, como el “amor por el trabajo bien hecho” o “huir de las excusas, que infectan el alma”

Habla en la entrevista de una doble diferencia entre los niños ricos y los niños pobres. Por una parte “a los niños ricos le  refuerzan en casa lo que aprenden en la escuela, mientras que para los pobres hay muchas cosas que o las aprenden en la escuela o no la aprenden en ninguna parte”. Lleva mucha razón y estoy de acuerdo en que hay que suplir de alguna forma estas carencias, pero me llega un titular de hoy mismo con unas palabras Emilio Calatayud, Juez de Menores de Granada, que me hacen pensar que la cosa se está igualando en lo negativo. Dice así el titular: “El gitanillo robagallinas es pasado. Cada vez hay más “niños bien” delincuentes”. Unos y otros necesitan ayuda, en ambos casos hay que suplir carencias de los padres que afectan al conjunto de la sociedad. No hay que quitar a unos para darles a los otros; en educación hay que darles a los dos porque nos jugamos mucho todos.

Abundando en esta primera diferencia aporta una serie de datos que son interesantes y que resumo a continuación:
  • Un niño culturalmente rico escucha un promedio de 2160 palabras por hora, mientras que el niño pobre apenas llega a las 620.
  • El momento crítico para los niños es tercero de primaria donde  pasan de aprender a leer a aprender leyendo. Los que mejor leen más aprenden y las diferencias iniciales se incrementan. En cuarto de primaria se puede identificar a los niños que fracasarán académicamente.
  • La segunda diferencia entre niños ricos y pobres a la que alude es la “agenda”. Para encontrar trabajo no es lo mismo la agenda de un padre rico que la agenda de un padre pobre. En esto estoy totalmente de acuerdo, por eso debemos plantearnos que herramientas creamos para favorecer la movilidad social, sabiendo que todos no pueden estar arriba, pero tampoco es sano que estén siempre los mismos sino los más capaces, evitando dejar talentos por el camino por falta de medios o  por carencias de su contexto inmediato.
  • Abundando en lo anterior afirma Luri que “a los niños pobres hay que ofrecerle nuestro respeto y no nuestra lástima. Por eso hay que decirles que no existe alternativa pedagógica a los codos”. Llenar a los pobres de subvenciones sin más no es lo adecuado; terminan haciendo lo mismo que el niño rico al que le dan muchos caprichos: no valoran lo que reciben. Cuando se da una subvención hay que exigir responsabilidades por su uso o desuso, de la forma más adecuada, pero hay que exigirlas. He gestionado programas públicos con discriminación positiva en favor de niños con necesidades que quedaron cuasi desiertos. Hay que enfocar bien estos programas, con sentido común, huyendo de programas generalistas,  pero hay que exigir responsabilidades dejando al margen la lástima sin más.

Hace Luri una aportación para manejar las diferencias culturales familiares que me parece interesante, pero como todo, habría que comprobar en la práctica su eficacia. Señala tres acciones: mejores profesores, más horas de escuela y una instrucción lineal (creo que esto último consiste en plantearle al niño un problema , la información para resolverlo y la comprobación de la exactitud de la respuesta. Algo parecido a lo que se hace en la formación on line y la mayor parte de los juegos educativos por ordenador).

Para no extenderme en exceso, termino con una selección de ideas del profesor Luri que me parecen interesantes, sin añadir comentario alguno:

“El mérito antiguo tenía que ver con la información que manejaba una persona; hoy, cuando la información es cada vez más asequible, lo valioso es lo más escaso y lo más escaso es la atención y la capacidad para identificar, buscar y ordenar la información valiosa, es decir, el criterio”
“El ignorante no tiene interés por lo que ignora porque no sabe ni que lo ignora, mientras que cuanto más sabemos de algo, más interés le descubrimos, más fácil aprendemos cosas nuevas y con más placer lo comunicamos.”
“Los grandes hombres comparten una característica un poco deprimente: todos trabajan mucho.”
“La idea de que la educación ha de desarrollar todas las capacidades del niño sólo pudo nacer entre pedagogos sin hijos que nunca impartieron clases a adolescentes. Hay muchas potencialidades que deben reprimirse: el robo, la mentira, la laxitud, etc.”
“Eso que llamamos cultura es posible porque somos capaces de abrir un espacio para la reflexión entre la aparición de un deseo y su satisfacción. Los deseos son caprichosos y se despiertan sin pedir permiso en cualquier parte. Yo defiendo el poder educativo de la frustración, que es la represión que es capaz de ejercer un pastelero sobre sí mismo para no comerse los ingredientes mientras hace un pastel.”
“Eso que llamamos educar hay que tomárselo con mucha humildad. Podemos colaborar en el desarrollo de nuestros hijos y, sobre todo, evitar ciertos errores de bulto, pero la vida de nuestros hijos nunca está dúctilmente presente ante nuestras manos
“Yo defiendo la introducción de dos nuevos artículos en los derechos del niño: "Todo niño tiene derecho a tener unos padres imperfectos» y «Todo niño tiene derecho a tener unos padres tranquilos".
Educamos por impregnación. El órgano educativo de nuestro hijo es el ojo, no el oído. Y la impregnación es más eficaz cuando no sabemos que estamos educando, cuando nos comportamos espontáneamente, cuando mejor se exhiben nuestras convicciones morales”
“Hay cuestiones escolares que tienen que ver más con los derechos civiles de una ciudadanía adulta en una sociedad liberal que con las opiniones de los pedagogos. La educación diferenciada o la educación en casa son dos ejemplos. Si el ciudadano propietario está convencido de que nadie puede imponerle una ideología política, una religión, una orientación sexual o estética, un modelo familiar, etc., ¿por qué ha de confiar la educación de sus hijos al Estado?”
“La educación del carácter es esencial en la tradición pedagógica británica y no se puede decir que les haya ido mal. Se ha llegado a decir que las guerras mundiales las ganaron los británicos en los campos de deporte de Eton.”
Pues para terminar invitaros a pensar en todo lo recogido en esta entrada y a concretar uno o dos puntos de mejora.
José Antonio de la Hoz

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