martes, 15 de diciembre de 2015

¿La inteligencia del niño es fija o maleable? Consejos para padres y profesores


En la anterior entrada hacía referencia a 20 principios de la psicología para enseñar y aprender mejor, diseñados por la  Coalition for Psychology in Schools and Education, bajo los auspicios de la APA (American Psychological Association). Por razones de espacio solo enumere los principios. En esta entrada recojo una interpretación personal de las implicaciones para padres, profesores  e hijos del primero de ellos. Me baso en la  explicación  recogida en este enlace  http://goo.gl/ykG53q , pero que sintetizo y comento  con el objetivo de facilitar su lectura, sin dejar de ser consciente de que el resultado final va a tener menos calidad que el original. Añado, en cursiva, algún comentario personal mío Pues bien, una vez hechas las aclaraciones, vamos a la tarea:

PRIMER PRINCIPIO: Las creencias o percepciones que los estudiantes tengan sobre su inteligencia y capacidad afectan a su aprendizaje y funcionamiento cognitivo.

Valoraciones prácticas  para padres y profesores :
  • Los estudiantes persuadidos de que la inteligencia es una capacidad maleable y no fija son más capaces de enfrentarse a tareas difíciles, son menos sensibles a las críticas negativas y se recuperan mejor de sus fracasos. Ocurre lo contrario con los estudiantes convencidos de que la inteligencia es una capacidad fija.
  • Los estudiantes convencidos de que la inteligencia es fija atribuyen sus fracasos a la falta de inteligencia. Los persuadidos de que es maleable, variable,… atribuyen sus fracasos a la falta de esfuerzo. Esto último es controlable, mientras que la falta de capacidad no. Es pues más fácil motivar al que ve su fracaso como algo reversible (falta de esfuerzo).
  • Si los padres o profesores huyen de las etiquetas  negativas y  positivas mal administradas  y convencen a los hijos/alumnos de que los resultados son fruto de la dedicación, el esfuerzo y el uso de las estrategias de aprendizaje adecuadas, partirán de un mejor posición para motivarlos y hacerlos resistentes a la frustración y el fracaso. Atribuir el fracaso a la falta de capacidad lleva al estudiante a tirar la toalla. Ejemplo: los padres no deben juzgar a sus hijos diciéndoles que son “tontos” o “inútiles” –sobre todo en la infancia- ya que están promoviendo que en el futuro  tiren la toalla con facilidad ante tareas o problemas con cierta dificultad.
  • Alabar al alumno cuando resuelve con rapidez  una tarea sencilla es llevarlo a pensar que la inteligencia depende de la velocidad y de la no necesidad de esfuerzo. Esta asociación es problemática cuando el alumno tiene que resolver tareas más difíciles que requieren más esfuerzo y tiempo.
  • Los profesores deben dirigir los elogios al esfuerzo del alumno y al uso de las estrategias de aprendizaje adecuadas, no a su capacidad. Ejemplo: si elogiamos a un alumno cuando resuelve una tarea sencilla esto puede asociar el elogio a su falta de capacidad, al creer que lo usa para animarlo por su falta de capacidad.
  • Un alumno puede rehuir una tarea compleja para evitar que juzguen su capacidad. Puede pensar de la siguiente forma:  “si no la hago no me equivoco y así nadie me juzga”.  De nuevo, el profesor ha de juzgar el rendimiento y evitar juzgar la capacidad.
  • Cuando un alumno recibe ayuda no solicitada  de su profesor o afecto ante un fallo y otro alumno o la mayoría de los alumnos no la reciben, puede interpretar que tiene baja capacidad.
  • No me ha dado mal resultado usar el elogio en público, en la línea de lo expuesto hasta ahora y la corrección en privado evitando humillar, usando propuestas y consejos constructivos, sin evitar la verdad.
  • Todo lo anterior confirma el principio de que cada alumno necesita una atención individualizada, en función de sus características y contexto, es correcto.
Termino, como siempre, con una frase. En este caso de Howard Gardner, psicólogo, investigador y profesor de la Universidad de Harvard:

"La inteligencia no se puede medir con un coeficiente"

José Antonio de la Hoz

Fuentes: blog de Javier Touron y página de la Asociación Americana de Psicología.





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