lunes, 23 de febrero de 2015

¿Quién elige la vida que han de vivir tus hijos?


El hombre  de cada época vive y al vivir deja huella, crea costumbres y usos sociales, formas de hacer y de organizarse y estructuras que constituyen su marco de convivencia con sus semejantes en el barrio, en la ciudad, en el país o en la región. Pero es obvio que esto no se hace entre todos por igual, hay unos que influyen más que otros. Esto está claro desde que el hombre es hombre e incluso desde antes. También queda claro, en nuestros días, en los países con regímenes totalitarios, pero no es tan obvio- al menos para el gran público- en los modernos sistemas democráticos, donde parece que casi todo lo importante es elegido por la mayoría. Yo defiendo que a veces vamos, sin ser plenamente conscientes, por los caminos que quieren otros a los que no conocemos.

Se conocen perfectamente los mecanismos que influyen en el comportamiento individual y social del hombre. Basta con estudiar algo de campos del conocimiento como la psicología social que  investiga la influencia del ambiente en el hombre, o de la sociología, que se ocupa del estudio sistemático del comportamiento social y de los grupos humanos o, dicho de otra forma, de cómo influye en la sociedad la televisión, Internet, la prensa escrita, los grupos de presión,…entre otros aspectos. También podemos leer algo sobre marketing, que se encarga de enseñarnos el comportamiento del hombre como consumidor: que sorpresa me llevé cuando me enteré de que los carritos de los supermercados están echos para desviarse hacia la izquierda y dejar la mano derecha libre para coger artículos del expositor o de que los artículos de primera necesidad están siempre al final de todas las  grandes superficies comerciales,  para que andemos por el recinto y compremos más.

Para bien o para mal se sabe cómo actúa el hombre. Se sabe que teclas tocar para cambiar su forma de pensar, quizás en beneficio de intereses sociales o políticos inconfesables, de unos pocos. No deja de llamarme la atención observar los cambios en la opinión pública española desde los años 80 hasta hoy. Algunos para bien, pero ¿otros?. A título de ejemplo:
  • ¿Es objetivamente positivo el aumento del consumo de alcohol entre los adolescentes?
  • ¿No se puede encontrar ninguna causa que justifique el progresivo aumento, en los últimos años, de las agresiones de hijos a padres?
  • ¿Hay valores sociales que justifiquen el aumento de población con sobrepeso?
  • ¿Qué interés general justifica que toda una vicepresidenta del congreso se dedique a jugar con su Tablet en plena intervención del Presidente del Gobierno?
  • ¿A qué obedece un clima de corrupción elevado en representantes e instituciones públicas?
  • ¿Es normal un nivel de fracaso escolar por encima del 30%?
  • ¿Es el aborto una experiencia agradable para los padres de una menor? ¿Es normal que se acepte sin más la posibilidad de decidir sobre la vida de un igual en proceso de maduración?
  • ¿Es constructivo y sano que los medios de comunicación jueguen con lo extraordinario, sucio, amoral,…para conseguir mayor audiencia y, con ello, mayores ingresos, a costa de una sociedad menos sana?
Es indudable que podría crearse una lista de aspectos positivos, como la anterior o más amplia, como también lo es la percepción generalizada de que  esta sociedad no va bien, en términos globales.


Decía McClelland  que hay tres necesidades que nos mueven a hacer cosas: la necesidad de logro, la de afiliación y la de poder. Esta última es la causante de que intentemos cambiar la realidad que nos rodea; tenemos cierta tendencia a intentar que se amolde a nuestra forma de pensar, a nuestros principios, a nuestros intereses. 

Logro, afiliación y poder son tres motivaciones que se dan en todo ser humano, aunque con distinta intensidad. No es malo intentar cambiar la sociedad, siempre que se haga desde principios, objetivos o metas saludables por quienes ostentan el poder, que tengan que ver con el interés general o el bien común y respetando la decisión de la mayoría, correctamente construida.

Es otra realidad que si no somos coherentes con nuestros principios nos buscamos otros que justifiquen nuestra forma de actuar. Por eso hay que ser muy exigentes con quien ejerce el poder, con quien tiene capacidad de transformar la realidad, influyendo en la vida de millones de seres humanos. Nuestra tendencia natural nos lleva a una zona de confort con poca exigencia personal y con cierta inclinación a sacrificar principios y normas.

En la historia de la humanidad hay grandes logros y avances, también enormes errores que normalmente no eran percibidos como tales en la sociedad de la época en que se produjeron  y que posteriormente fueron admitidos y superados pero también repetidos. Errores que en algunos casos costaron muchas vidas humanas. Basta, repito,  con echar un vistazo a la historia.

Hace unos años alguien decía que iba a dejar a  España irreconocible y, pasado el tiempo, hemos comprobado que así ha sido. Cabe preguntarse que ¿por qué estaba tan seguro? ¿todo el mundo estaba dispuesto a seguirlo sin discusión por la bondad de sus propuestas?. Esto es una confirmación real y práctica de que la sociedad la configuran unos pocos, haciendo creer a la masa que es ella quien decide.

No es difícil convencer al gran público de la bondad de las ofertas de un grupo de poder. Basta con tener los medios y dominar las técnicas de manejo de la opinión pública. De esta forma podemos hablar de  técnicas de ingeniería social como  aquellas que permiten ejercer influencia y dirigir el pensamiento y la acción de un individuo o un grupo. Su uso es tan antiguo como el hombre, tiene una larga tradición en política, diplomacia e inteligencia, aunque su estudio sistemático corre paralelo al desarrollo de la psicología.

Los  ingenieros sociales  apoyan su eficacia en el MIEDO, LA CONFIANZA, LA IGNORANCIA Y LA INGENUIDAD del ser humano. También en la falta de organización y de medios del individuo aislado para defender sus intereses y de la dificultad y la falta de medios para competir con las sociedades, asociaciones y partidos políticos ya constituidos, con considerables medios económicos y con propuestas ya cerradas y elaboradas por ellos mismos. Así, el individuo como tal, sin organización, está huérfano socialmente hablando, aunque haya muchos que en silencio piensen como él.

Para los ingenieros sociales son vitales los medios de comunicación porque crean opinión. Por eso hay duras  batallas por su control. Basta con echar un vistazo a la infografía que aparece en http://goo.gl/SH0mBX, y preguntarse por los intereses que hay detrás de cada inversor, sin descartar buenos principios.

Como este blog va de educación no quiero pasar por alto que hay padres aceptando propuestas sobre lo que deben o no hacer con sus hijos, sobre lo que deben o no permitir a sus hijos, sobre lo que deben o no potenciar y enseñar a sus hijos que tienen su origen en la presión planificada e interesada de grupos de opinión. El problema es que a veces las consecuencias en la vida de sus hijos son irreparables: hace poco unos progenitores  comentaban en una escuela de padres que su hija había perdido para siempre la posibilidad de engendrar por las complicaciones derivadas de un herpes genital. Su hija, siguiendo los consejos de sus padres, "usaba siempre preservativos". 

Hace un tiempo asistí a una conferencia de Rosa María Calaf, antigua corresponsal de RTVE  para Asia – pacífico y reputada periodista. Los más viejos se acordarán de ella por el color rojizo de su pelo acompañado de un mechón blanco. Me pareció una periodista a la antigua usanza, preocupada por la verdad contrastada. Como profesional de la información nos explicó algunas formas de manipular, que recojo a continuación:
  • No se cuenta todo lo que se tiene que contar. Ejemplo, los preservativos tienen poros más grandes que el tamaño de determinados virus.
  • El silencio sobre una realidad para evitar una opinión pública contraria a ella. Lo que no aparece en los medios de comunicación no existe. El no dejar saber es una forma de “dominar” que se ha aplicado siempre, pero en la actualidad se han sofisticado estas y otras técnicas. Ejemplo: algunos líderes convocan debates al mismo tiempo que grandes eventos deportivos, a sabiendas. Otro ejemplo: una escándalo tapa a otro
  • No se quiere una sociedad de ciudadanos que piensen. Solo se busca una sociedad de ciudadanos que consuman ideas y productos, en beneficio de unos pocos.
  • Internet no es un “absoluto”. Si queremos curarnos de una enfermedad no vamos a Internet, vamos a un médico experto. En Internet hay mucha información y no toda es buena.
  • Se ha diseñado una estrategia para que los medios de comunicación pierdan su calidad y con ella su credibilidad. De esta forma no podrán ejercer su función de control a los poderes reales. Por este motivo encontramos a la televisión, radio,  prensa escrita…, sesgada y alineada con una determinada opción. Así, los que realmente mandan, evitan que se les controle. Unos medios neutralizan a los otros y, en el proceso, al alinearse, pierdan la confianza de un porcentaje de la población.
  • Por lo anterior, los medios convencionales ya no sirven a la sociedad sino que se sirven de ella. A quien si sirven es al poder económico, político, grupos de presión, etc.
  • Cada vez que recibimos un mensaje tenemos que preguntarnos QUIEN NOS ENVÍA EL MENSAJE, por qué nos lo envía, para qué nos lo envía, porqué en ese momento, …esto es ser un DESTINATARIO RESPONSABLE DE LA INFORMACIÓN y hay que enseñarlo desde pequeños a nuestros hijos.
  • Si solo comemos porquería tendremos un cuerpo enfermo, y si solo tragamos porquería informativa o lúdica  tendremos un cuerpo social enfermo y debilitado.

Por todo lo anterior, la periodista afirma que “hay que hacerse muchas preguntas para tener el control de la propia vida". Si no nos hacemos preguntas alguien va a pensar y decidir por nosotros”.

Por extensión, hay que enseñar a pensar a nuestros hijos, invitándolos  a hacerse muchas preguntas, hablando con ellos como lo hace un padre o una madre, de forma desinteresada, motivándolos para que no acepten sin más todas las propuestas que les llegan. Esto implica:
  • Dedicarles tiempo y oír alguna vez  la música que oyen ellos, analizar las letras y comentarlas.
  • Jugar  de vez en cuando con ellos a los videojuegos y analizar después las imágenes que han visto.
  • Comentar juntos las noticias que salen en el telediario, en la radio y en la prensa escrita.
  • Favorecer su sinceridad no llevándonos las manos a la cabeza cuando nos cuentan lo que hacen con sus amigos o lo que ven en ellos …
  • Que vean  en nosotros un modelo de persona asequible e imitable por su prestigio, que no suele estar en grandes logros materiales sino en los valores que transmitimos, esos que nos agradan a todos cuando los vemos en otros y que nos llevan a considerar que realmente hay personas que merecen la pena y que la humanidad tiene futuro.
  • Ver que rectificamos y pedimos perdón cuando nos equivocamos, con naturalidad y sencillez, y que seguimos adelante.
  • Aceptamos sus elecciones maduras, aunque no coincidían con lo que nosotros esperábamos.

Termino, como siempre, con una reflexión y una frase . La reflexión es de Nicholas Carr, que fue editor ejecutivo de la Harvard Business Review y miembro del consejo editorial de la Enciclopedia Británica :

 “Lo que la Red fomenta son rápidos cambios de atención, rápidos vistazos entre la abundancia de información y mensajes disponibles; y a la vez disuade del pensamiento concentrado y contemplativo. Estamos tan ocupados buscando e intercambiando informaciones, que tenemos muy pocas oportunidades de estar a solas con nuestros pensamientos, de pensar en profundidad en ideas individuales, en hilos de ideas, en historias o en experiencias”

La frase es de Noam Chomsky, profesor emérito del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT). No estoy de acuerdo con todo que dice, pero con esto si:

"La propaganda es a la democracia lo que la coerción a un estado totalitario"

José Antonio de la Hoz



martes, 17 de febrero de 2015

¡Un buen padre nos dejó hace unos días...!



Ayer asistí al entierro de un buen amigo, esposo de una gran mujer y padre de unas cuantas criaturas. La capilla en la que se celebró la Misa funeral estaba repleta de gente, incluidos los pasillos laterales y el central.

Tuve con él un contacto más intenso cuando gestionaba varios programas, públicos y privados, de formación de padres. Era uno de los profesionales con los que contaba habitualmente porque su experiencia como padre y su saber – profesor de sociología del consumo-, daban mucho juego.

De su entierro me impactaron varias imágenes, que se quedarán grabadas en mi memoria mucho tiempo. Una de ellas la serenidad y sencillez, no ausente de dolor, de su mujer y sus hijos. Otra el gentío que llenaba la capilla.

Juan Carlos, así se llamaba, no era una persona pública con cargos rimbombantes, pero si tenía muchos amigos y personas que lo apreciaban, de distintas y diversas sensibilidades. En el funeral había políticos de izquierdas y de derechas, creyentes y agnósticos reconocidos, personas con patrimonio y personas muy humildes. Muchos no estaban allí por motivos materiales o estéticos, estaban por convencimiento y para despedir a una  buena persona que, entre otros, creía y practicaba el valor de la amistad.

Algún tiempo antes de que falleciera intenté verlo, pero personas allegadas me comentaron  que había cola y opté por no molestar.

De él  conozco lo que exponía en conferencias y charlas dirigidas a madres y padres porque, como he dicho anteriormente, lo invité a bastantes y siempre estaba disponible. Lo presentaba y me quedaba a oírlo. Hablaba desde la experiencia, usando pocas recetas teóricas. Estas eran algunas de sus ideas:
  • Querer a los hijos como son
  •  Confiar en ellos
  • Dedicarles tiempo y ser cercanos
  •  No crear una burbuja protectora a su alrededor
  • Escuchar a los hijos, comentar con ellos – con franqueza- cosas relacionadas con las canciones que oyen, las películas y los programas de televisión que ven, los videojuegos con los que juegan…
  • Fomentar que sus amigos vengan a casa, conocer a sus padres….
  • Dar encargos en casa y ser coherentes con lo que se les exige

No sé qué notas han sacado sus hijos, ni me interesa. Las veces que he tenido contacto con ellos he percibido:
  • Naturalidad, espontaneidad  y saber estar
  • Contacto cercano y confiado con los padres
  • Control de las emociones
  • Cariño y aprecio entre ellos y con los padres
  • Personalidad equilibrada
  • ….

Estoy seguro de que Juan Carlos tenía defectos, como todos los tenemos. Algunos de ellos saltaban a la vista, como nos pasa a todos. No me cabe duda de que se esforzaba por limarlos, sin aspavientos, con naturalidad y con constancia. Se disculpaba habitualmente con y sin motivo. Tenía humor y se reía. Se mostraba cercano, compartía vivencias y facilitaba que las compartieras con él.  Cuando entrabas en una conversación íntima con él te animaba a dar algún paso en algo, a avanzar, a mejorar...con suma delicadeza y respeto.

Sufrió  una larga enfermedad  que llevó de forma ejemplar, tal y como comentaban algunas de las personas que lo atendían y vi personalmente. Le costaba no poder ir a trabajar, no poder investigar ni dar clases. Cubrió su baja laboral trabajando, desde casa, en un blog sobre Chesterton http://chestertonblog.com/ con el que se ilusionó e ilusionó a mucha gente. También haciendo otras muchas cosas, cuando la enfermedad se lo permitía.

Podría seguir contando pequeños y constructivos detalles de la vida de Juan Carlos, llevada con garbo hasta los últimos momentos, pero creo que cualquier persona que lea estos párrafos se hace a la idea de que  “ayer enterramos a un gran padre, a una buena persona, a un buen amigo, a un profesional ejemplar  y a un buen ciudadano”, que se esforzaba por vivir muchos de los valores que hoy echamos en falta. 

José Antonio de la Hoz