lunes, 26 de enero de 2015

Segunda evaluación: un plan concreto para superar las malas notas de tu hijo

La mejor forma de resolver un problema es buscar las causas y actuar sobre ellas. Algunas dan lugar a la mayor parte de los efectos y otras tienen poca relevancia. El  inconveniente viene cuando actuamos solo sobre los efectos de un problema y nos olvidamos de su origen, eternizando la situación.

El ocho de enero comenzó la segunda evaluación que finalizará en marzo. Unos alumnos la comienzan habiendo superado con más o menos éxito la primera cita con los exámenes. Otros arrastran uno, dos o más suspensos. Unos están matriculados en un curso de Primaria y otros de Secundaria, Bachillerato o Formación Profesional.

Todas las asignaturas tienen su importancia pero a la hora de afrontar el fracaso escolar de un hijo, no tiene la misma repercusión el suspenso en una asignatura que exige fundamentalmente memoria, como Ciencias sociales, que otra en la que prima el razonamiento abstracto y la comprensión, como es el caso de las matemáticas.

Tampoco es lo mismo suspender por primera vez matemáticas que arrastrar el fracaso en esta asignatura desde cursos anteriores.

Para superar un suspenso puntual en matemáticas, lengua y literatura o idioma puede ser necesario un profesor de apoyo o más dedicación de los padres, si alguno de ellos domina la materia. Si no es la primera vez que suspende hay que ver qué contenidos de cursos anteriores no maneja y son necesarios para comprender los que está estudiando ahora. Esto tendría que haberse prevenido desde principio de curso, pero en la segunda evaluación quizás se esté a tiempo. Habrá que atenerse al caso concreto del niño, pero si consideramos que el problema es solo de comprensión y asimilación de conocimientos haría falta una hora diaria de dedicación a esta asignatura, de lunes a viernes o sábado,  con profesor de apoyo y controlando lo que le explican cada día; mejor bajo las directrices de un pedagogo y/o cumpliendo las indicaciones del profesor que imparte la materia.

Tampoco es igual un suspenso en los primeros cursos de primaria que en la ESO o el Bachillerato. En primaria estamos poniendo los cimientos sobre los que se apoyarán los resultados de la ESO y el Bachillerato. Cuando son mayores es más complejo todo, también las decisiones  a tomar.

Lo anterior son algunos consejos rápidos y muy resumidos a tener en cuenta  con los hijos. Respecto a los padres, habría que analizar lo siguiente:

  1.  ¿Hay conflictividad en la pareja? ¿Trasciende a los hijos?
  2. ¿Usan frases humillantes con los hijos los dos padres o alguno de ellos? Si cuando mi hijo pequeño comete un fallo le digo que “es tonto” se lo creerá, dañaré su autoestima y contará con una dificultad añadida para superar los exámenes y cualquier tarea. Es mejor usar expresiones del tipo “no entiendo cómo has hecho esto así si tú eres capaz de hacerlo mejor”.
  3. ¿Actúan los dos padres al unísono o va cada uno por su lado? ¿Algún cónyuge critica, desautoriza o desmerece al otro en conversaciones con los hijos? ¿Le damos la razón, sin más, a nuestros hijos cuando achacan su falta de rendimiento a los profesores o al colegio?
  4. ¿Han exigido los padres un horario de trabajo personal a los hijos desde pequeños? ¿Han sido constantes en esa exigencia hasta convertirla en hábito?
  5. ¿Han sido receptivos cuando los hijos les han manifestado dudas en alguna asignatura?
  6. ¿Está alguno de los padres en casa cuando los hijos vuelven del colegio? ¿Hay un horario de trabajo para todos los miembros de la familia, del que está excluido la televisión, las videoconsolas o cualquier otra distracción?
  7. En los primeros cursos de primaria ¿trabajan los padres, con constancia, la adquisición de conocimientos matemáticos y lingüísticos?
  8. ¿Van los padres a tutoría el primer mes de curso para ver cómo van sus hijos? ¿Acuerdan con los profesores un plan de actuación y lo cumplen?
  9. ¿Trabajan los padres la voluntad de los hijos diciendo “no” a los caprichos en todos los ámbitos: regalos, comida, bebida, ropa…? ¿Tienen los hijos encargos en casa? ¿Hay normas y límites claros en casa? ¿Se exigen con constancia por los dos cónyuges?
  10. ¿Quieren los padres a los hijos tal como son, sin renunciar a su mejora personal? ¿Hay manifestaciones de cariño frecuentes de los padres con los hijos? ¿Se evitan las comparaciones entre hermanos o con terceros?

Seguro que podríamos hacer algunas preguntas al centro escolar y al profesorado, pero estoy de acuerdo con una frase que oí  en una ocasión a un excelente profesor y que dice así: “No suspende nadie que se haya preparado un examen  para sacar un sobresaliente. En el peor de los casos se quedará en un notable”

Hay causas del fracaso escolar sobre las que es difícil actuar y por eso las obvio en esta entrada. Me refiero a la idoneidad de las leyes educativas, al entorno social del niño o a su genética.

Como siempre, para que nuestros hijos mejoren  hay que concretar  un plan, consensuado por los dos cónyuges con el  tutor del niño. Mejor si está desglosado y supervisado por  semanas.

Termino, como siempre, con una frase. En este caso de Fernando Alberca:

“Una motivación basada en la verdad, en la mesura, en evitar la sobreprotección. Centrada en enseñarle a hacer lo que puede aprender a hacer. Esperar a que lo haga. Confiar en que lo hará bien con práctica. Que lo note porque lo creamos de verdad. Que sepa que nosotros no escribimos por él, sino que le compramos el lápiz y les enseñamos las letras. Que nos sentimos muy orgullosos cuando hace algo difícil, maduro. Y que sabe que igual que puede aprender a salvar los obstáculos de hacerse la cama, poner la mesa, ceder la mejor parte, también logrará cuanto se proponga."

José Antonio de la Hoz



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