viernes, 29 de noviembre de 2013

Convivir con un adolescente



Las recetas en educación no sirven. Cada niño/a, cada adolescente, cuenta con una personalidad – incipiente – y  unas circunstancias distintas y variables. Los padres deben formarse y adaptar  lo aprendido al caso concreto y singular de su hijo.

Normalmente todos los padres desean que sus hijos mejoren. Es más fácil conseguir este sano deseo, si los padres construyen un  ambiente de mejora en su propia casa. Es difícil que un hijo se sienta motivado para estudiar a las cuatro de la tarde, si mama o papa se ponen a ver una telenovela o, a la inversa, nadie está presente en casa a esa hora, por las razones que sean, muy justificadas en muchos casos, aunque haya que plantearse alternativas de acompañamiento o replantear - si se puede- las prioridades . Distinto es que estén leyendo un libro o haciendo una  tarea de la casa y que reine el silencio. Las mejoras, los avances, …exigen una “microcultura” coherente.

Dicho esto, para ver cómo debe ser la convivencia con un hijo adolescente e identificar los posibles focos de conflicto en la convivencia diaria -que no tienen porque presentarse todos ni en todos los casos - y concretar algunos puntos de mejora, el primer paso es conocer esa etapa de la vida, sus condicionantes y sus posibilidades. Para esto os propongo ver este corto vídeo:



De aquí  podemos sacar las siguientes conclusiones:
  • El cerebro del adolescente es  inmaduro, mientras que el de los padres es maduro. Por eso es normal que algunas cosas que un adulto ve con nitidez, un adolescente no las perciba ni  las comprenda.
  • Aspectos de la vida de un adolescente como la tendencia a la soledad, la temeridad, la incapacidad para valorar las consecuencias de sus actos, la impulsividad o la limitación para planificar y ver a largo plazoTIENEN UNA BASE BIOLÓGICA, relacionada con el proceso de maduración de su cerebro.
  • La parte más activada en el cerebro de los adolescentes es la LÍMBICA, encargada de regular las emociones. Por eso hay frecuentes altibajos en su estado de ánimo.
  • El patrón de maduración del cerebro es distinto en los chicos y en las chicas: en ellas madura antes la corteza frontal, encargada del lenguaje, del control del riesgo, la agresividad y la impulsividad. En ellos maduran antes las regiones del lóbulo parietal, encargada de las tareas espaciales.
  • El aumento de las hormonas sexuales promueven  el aumento del interés sexual y cambios en las motivaciones, los impulsos y las emociones.
  •  A la hora de tomar decisiones tienen mucha fuerza las emociones.
  • Ellas tienen como prioridad agradar y gustar y comparten intimidades con más facilidad que ellos, que tienden a la soledad, a limitar las relaciones sociales al sexo y el deporte. Además son muy competitivos, independientes y temerarios.
  •    La educación, la propia conducta y la experiencia influyen en el proceso de maduración del cerebro.
  •  La última zona del cerebro adolescente en madurar es la corteza prefrontal, encargada del control de los impulsos, el juicio y la toma de decisiones.
  • Los procesos descritos no son la causa de las crisis emocional y de conducta de algunos adolescentes, sino más bien las influencias  sociales, y las propias experiencias  y actitudes sobre un cerebro vulnerable.
  •   El cerebro es remodelable. Por tanto el individuo es reeducable.
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La Organización Mundial de la Salud (OMS), que colocaba hace unos años el fin de la adolescencia en los 19 años, lo  ha extendido, recientemente, hasta los 25 años y coloca su comienzo en los 11. A continuación coloco, entrecomillados, textos de autores que nos dan pistas sobre las causas de este alargamiento:
  •  “…Los padres también contribuyen a demorar este proceso que va de la adolescencia a la madurez ya que les hemos infantilizado; les damos todo hecho a los hijos, los metemos en una burbuja, y eso favorece el retraso de su autonomía”
  • “..Es como si ambos quisieran perdurar un poco más como padres de esos hijos tan deseados y ellos como hijos dependientes de esos padres” Manuela del Palacio (psicóloga , presidenta de la sección de educación del Colegio de Psicólogos de Galicia)
  •  “…muchos nuevos jóvenes encuentran cada vez más difícil definir su identidad al tener padres con rasgos adolescentes. …Son padres que tienen miedo a poner límites y que se sienten culpables si lo hacen y a veces se olvidan de que alguien tiene que ser el adulto”.
  •  “…el principio del hedonismo está tan en boga en la sociedad actual que muchísimos adultos tienen rasgos de adolescentes”
  • “…Los humanos tienen la característica innata de la adaptación; la adolescencia es un periodo relativamente nuevo, nuestros abuelos pasaban de niños a hombres o mujeres sin nada intermedio; tenían esa necesidad para sobrevivir” José Romay – Catedrático de Sociología de la Universidad de la Coruña
  • El “que no pasen lo que he pasado yo" de los  años 70-80, fue un error que todavía hoy estamos pagando

Una de las circunstancias que intervienen en la convivencia de padres con hijos adolescentes es la personalidad. Esta se compone de temperamento y carácter. El primero se hereda, tiene un fuerte componente genético, no es modificable ni educable y sus manifestaciones son difícilmente controlables. El segundo es adquirido, modificable y educable y controlables sus manifestaciones.

Solemos tener un temperamento dominante y otro secundario. Los tipos de temperamento, y sus rasgos negativos o conflictivos, son los siguientes:
  • COLÉRICO: insensible, frío, poco tolerante, utilitarista, pasional, despótico ….
  • FLEMÁTICO: poco flexible, escéptico, dubitativo, escasa adaptabilidad
  • MELANCÓLICO: depresivo, inconstante,  desconfiado, solitario, inseguro, sentimiento de culpabilidad e inferioridad
  • SANGUINEO: indisciplinado, flojo, sentimental…

Adjudicando a los padres un temperamento y al hijo el mismo u otros distinto, siempre va a haber conflictividad, poca, normal o mucha, pero habrá. Venimos estropeados de fábrica y ante esta realidad os planteo la siguiente actitud:
  • Conocer el carácter y el temperamento de tu hijo, para saber QUÉ hacer, CÓMO hacerlo y CUÁNDO hacerlo. Ejemplo: a un hijo/a con temperamento colérico no hay que corregirlo en un momento de ebullición. A un melancólico le viene como anillo al dedo el refuerzo positivo.
  • Conocerte tú para saber qué debes evitar y potenciar en el trato con tu hijo adolescente.
  • Tirar mucho de perdón, comprensión y compasión. Dice el psiquiatra Enrique Rojas que “Un signo de madurez es la capacidad para saber perdonarse a sí mismo y hacer lo mismo con los que nos rodean”
  • Relativizar y desdramatizar. A veces nos atascamos en lo que tiene escasa importancia.
  • Convertir las preocupaciones en planes de acción (ocupaciones)

Otro posible foco de conflictividad de padres con hijos adolescentes es el estilo de autoridad seguido por los primeros. Se reconocen cuatro estilos de autoridad, con los siguientes rasgos:
  • Autoritario: mucho control y poco afecto, castiga, enjuicia, descalifica…. Da lugar a un hijo: rebelde o sumiso, que miente por miedo, con baja autoestima y autonomía, con sentimientos de rencor, angustia y culpabilidad. No cabe duda de que la relación con el padre y su entorno es CONFLICTIVO.
  • L’aissez faire o pasota: consiente todo, es indiferente,.. los hijos no tienen un modelo a seguir, son inestables, inconstantes, con baja autonomía personal y propensos a conductas desviadas. La relación con sus padres y con los demás ES CONFLICTIVA
  • Paternalista o sobreprotector:  evita el esfuerzo y la frustración del hijo para ganárselo, para ellos el hijo es siempre pequeño y desvalido, le hacen frecuentes regalos… El hijo es: dependiente, con bajo control y autoestima, inseguro, egoísta e ingrato. La relación con el padre y el entorno ES CONFLICTIVA
  • Asertivo:  quiere de forma incondicional a su hijo/a. Controla su desempeño. Establece límites y normas y controla su cumplimiento. La comunicación con el hijo es abierta y bidireccional. El hijo asume valores vistos en los miembros de la familia. No corrige en función del estado de ánimo sino de lo hablado con anterioridad. Valora lo normal, refuerza lo bien hecho y destaca lo excepcional. Ignora las pequeñas desviaciones como propias del aprendizaje y corrige las grandes. Su HIJO  tiene alta autoestima, creatividad,  confianza, capacidad de relación con los demás y de tomar decisiones. Tiene una personalidad equilibrada, madura y atractiva. Su CONFLICTIVIDAD ES ESCASA

La comunicación entre padres e hijos adolescentes es otro posible foco de conflictividad, que podemos reducir si tenemos en cuenta los siguientes consejos:
  • Corregir los comportamientos pero no atacar ni enjuiciar a la persona. No dirigirse a ellos con calificativos del tipo “ERES …vago, desordenado…”. Usar fórmulas del tipo “ tienes que dedicar más tiempo a estudiar, piénsalo y dime qué piensas hacer”, “no es oportuno para ti ni para tus hermanos que tu cuarto esté desordenado ¿no crees?”
  • Evitar las comparaciones, ya que les transmitimos que los queremos con condiciones.
  • No amenazar. Debemos ser predecibles desde que son pequeños y eso se consigue con límites, normas y consecuencias por incumplimiento, previamente sabidas, razonadas y explicadas. De esta forma no son necesarias las amenazas
  • No eres dueño de su intimidad, por eso no la cuentes.
  •  No lo critiques en público.
  •  Equilibra  las correcciones y las alabanzas (número parecido)
  • Alaba el esfuerzo, no las cualidades.
  • No corrijas todo. Selecciona pocas cosas, que sean importantes y obvia temporalmente lo demás.


Las horas de sueño son innegociables, porque aumentan su conflictividad dentro y fuera de casa y bajan su rendimiento académico. Al Instituto o colegio deben llegar en perfectas condiciones. Puede haber excepciones, pero eso,… excepciones. Deben dormir al menos 8 horas. No es aconsejable que los fines de semana cambien el ritmo biológico.

Su habitación es un espacio para la independencia que reclaman. No es bueno que tenga cerrojo, pero toca antes de entrar siempre y espera a que te diga que entres. Pacta la decoración. El orden y la limpieza son innegociables.

Las nuevas tecnologías (Internet, videojuevos, móvil…) deben tener un uso con las siguientes condiciones:
  1. Se limita su uso si no hay un adecuado rendimiento académico
  2. Se dejan al margen en los momentos de convivencia familiar
  3. No interfieren en el horario de sueño.
  4. No sustituyen a una razonable relación directa con los amigos.
  5. Se limita su uso en caso de adicción (ocupa demasiado tiempo, retrasa o abandona rutinas diarias...)
Respeto al rendimiento académico, aconsejo lo siguiente:

  1. Saber qué puede dar de si (contrastar el criterio propio con el de su tutor y profesores)
  2.  Apuntalar, desde pequeño, las materias instrumentales –matemáticas y lengua – y el  hábito de trabajo.
  3. Cuidar que en casa haya ambiente de trabajo (no está la televisión puesta de 4 a 9, padres haciendo algo constructivo…)
  4. Intervenir en los primeros síntomas de fracaso escolar para evitar el desfase curricular
  5. Inducir, desde pequeños, el hábito de la lectura comprensiva (que lea cosas apropiadas a su edad y luego hablar sobre lo leido...)
  6. Ponerles metas difíciles pero asequibles.
  7. Evitar castigos disparatados, incumplibles y desproporcionados por suspensos (ej: quitar el deporte…)

En esta etapa son muy gregarios y  sustituyen – temporalmente – tu influencia por la de sus iguales, sus amigos. Por eso es bueno:
  • Conocerlos. Invitarlos a casa (cumpleaños…)
  • Conocer a los padres y llegar a acuerdos sobre los límites a establecer. Si no te convencen usa los tuyos.
  • En caso de influencia negativa extrema ( ej: consumo de drogas), piensa en una medida extrema como el cambio de colegio o de ciudad (internado temporal)

Para terminar, te aconsejo que tengas mucho sentido del humor y que seas optimista. Ahí va un pensamiento de la madre Teresa de Calcuta que me encantó:

Enseñarás a volar, pero no volarán tu vuelo

Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño

Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida 

Sin embargo, en cada vuelo, en cada sueño y en cada vida…perdurará siempre la huella del camino enseñado

José Antonio de la Hoz



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