lunes, 19 de agosto de 2013

Educar la intimidad es educar la libertad



Son las cuatro de la tarde y me encuentro en la puerta del edificio donde vive  un amigo. Acabo de tocar al portero y espero a que me abra. Por la puerta de cristales, a menos de un metro, se ve a una pareja joven, en torno a los 20 años, en actitud más que cariñosa. Perciben mi presencia, más aún después de que mi amigo me franquee la entrada al hall del edificio, con el consabido ruido del portero electrónico, el ruido de la puerta y mis pasos a poca distancia. La pareja ni se inmuta, sigue a lo suyo con una buena dosis de descaro. Para algunos es algo como muy normal, para mí no lo es.
Hay personas que no tienen intimidad, quizás porque desde muy jóvenes no la vivieron en su casa, renunciando  a ella en numerosas ocasiones, hasta llegar a ver como algo normal el hecho de poner en el escaparate sus comportamientos más íntimos. Ya no saben que es suyo y qué  es de dominio más o menos público.
Frecuento unas instalaciones deportivas de la Universidad de Granada. Hace poco me encuentro a un padre, con su hijo de unos 10 años,  desnudos en una ducha de los vestuarios, donde había más varones de cierta edad. Es la típica ducha corrida, a la vista del resto del vestuario, en un lugar de paso obligatorio hacia los váteres.
Cualquier día por la calle ves a chavalas con el típico pantalón corto. Algunas usan modelos de creación propia, aprovechando vaqueros viejos, con un corte radical y bastante expositivo.
 Hace dos días cenaba con mi suegra en un restaurante de playa. Eran las 9.30 de la noche y hacía cierto fresquito. Delante de nosotros, a pocos metros, unas chiquillas con no más de 16 años flirtean con tres chavales de su misma edad. Todos en traje de baño, a pesar del frío. Ellas despliegan todo su repertorio de insinuaciones, sin que nuestra presencia y la del resto de comensales de la terraza les cortase lo más mínimo. Los chavales se ven superados por la situación y se marchan antes que ellas. Esta situación también se produce a la inversa.
 Leo en prensa que una chica de treinta años pasea desnuda por el centro del pueblo granadino de Santa Fe. Los vecinos llaman a la policía y esta hace acto de presencia, invitando a la chica a vestirse. Esta se niega y es detenida.
Todos los relatos son ejemplos que me llevan a pensar, sin más consideraciones morales, en dos conceptos, apuntados en el título de este breve artículo, el de intimidad y el de libertad.
Para explicar porque intento relacionarlos hago unas consideraciones previas:
·         Antiguamente se definía al hombre como animal racional, porque en la naturaleza humana hay instintos, lo mismo que en  los animales. La razón  es exclusiva de los humanos y es la que eleva su dignidad.
·         Hay estímulos que despiertan a los instintos invitando al que los sufre a actuar de forma animal. Ejemplo: nos cuesta esperar a la hora de comer cuando tenemos hambre. Nos cuesta esperar nuestro turno en una fuente pública, en pleno mes de agosto, cuando la sed aprieta, etc. Cuesta someter los instintos a la razón…, por eso es importante aplicar el sentido común y facilitar las cosas.
·         La vista de determinados estímulos nos invitan con fuerza a comportamientos instintivos relacionados con la comida, la bebida, el sexo…, hasta el punto de que personas sin escrúpulos los usan para ganar dinero, por la fuerza que tienen y la dificultad para controlarlos. Una vez despiertos, cuesta controlarlos y si se repite la respuesta positiva a los estímulos terminamos con una adicción. Hace unos días aparecía en el telediario un Pub granadino, denunciado por sortear una relación sexual con la camarera.
·         La libertad hay que ganársela a pulso, controlando los impulsos instintivos, de manera que queden moderados por la razón y no al revés. El placer no es malo, pero cuando no lo controlamos se adueña de nuestra vida, de nuestra actividad, de nuestro futuro,… si aparece la adicción.
·         Cuando se cede en un instinto se termina cediendo en todos los demás, porque la voluntad debilitada no es selectiva. En el hombre no hay compartimentos estancos.
·         La frontera entre el autocontrol y la adicción es muy difusa, hasta el punto de que muchos adictos a distintos placeres (bebida, comida, sexo, juego, móviles…) no admiten serlo.
Una vez expuestas estas ideas, hago los siguientes razonamientos:
·         Tengo derecho a que los demás no hagan pública su intimidad delante de mis ojos, entre otras cosas porque esa exposición lleva aparejada una carga moral que no comparto.
·         Los espacios públicos deben ser neutros en lo que respecta a comportamientos con carga moral.
·         En la exposición sexual puede haber un hábito de desinhibición, pero también una cesión al instinto por encima de cualquier otra consideración y, por tanto, de generalizarse esta actitud, vamos a un modelo de sociedad donde lo impulsivo campa por sus respetos. Por eso, que no nos extrañe que nos toquen el claxon en la carretera con más frecuencia, que nuestro vecino pierda los papeles con más facilidad, que la discusión en las relaciones sociales y profesionales sea más frecuente…., que la sociedad pierda calidad, porque el conflicto anida con facilidad cuando la razón justifica a los instintos. Ya se sabe, cuando no se actúa como se piensa, se termina pensando como se actúa…y el instinto y lo instintivo, sacado de madre, favorece el egocentrismo, llevando a percibir “al otro”, como una molestia.
·         El hombre es más libre cuando domina sus instintos.
·         El hombre esclavo busca justificar su comportamiento consiguiendo adeptos. El chaval que cae en el consumo de drogas termina invitando a consumirlas, el que bebe a beber, el que come en exceso a comer con exceso,…todo ello en un intento de acallar la propia conciencia, la falta de autodominio, la adicción, la esclavitud.
·         De forma más o menos consciente se intenta controlar la voluntad del otro a través de sus comportamientos más primarios. Ejemplos hay muchos, se convocan comidas copiosas para cerrar acuerdos comerciales en los postres, se invita a cubatas a personas para que cuenten determinadas cosas, se usa el sexo con fines espúreos…. Hay chicas y chicos  que disfrutan controlando la mirada del que pasa a su lado…
Los modelos de comportamiento proclives a la exposición de la intimidad han sido favorecidos por los creadores de moda, por grandes y pequeñas cadenas de televisión, por editoras de revistas, por determinados lobbies,… buscando enriquecerse o buscando la justificación social o el asentamiento de unas pautas de comportamiento determinadas y determinantes.
Por todo lo dicho, aconsejo a los padres que eduquen a sus hijos sabiendo que son “animales racionales” y que los eduquen para que ellos y los que los rodean tengan autocontrol y sean más libres.  Esto se hace desde pequeños, estableciendo límites y, vuelvo a repetir, “teniendo claro qué es el hombre”, conociendo sus fortalezas y sus debilidades. Termino con una frase que no es mía: “el hombre es capaz de todos los errores y de todos los errores”. Quien la dijo conocía bien la condición humana.
José Antonio de la Hoz

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