martes, 2 de julio de 2013

¡SILENCIO!... para pensar, corregir y mejorar

Con ocasión de sesiones de formación personal y humana he reflexionado sobre una palabra muy interesante para la mejora personal y para la mejora de los hijos. Me refiero al silencio.

Las últimas décadas del siglo pasado y los primeros años del presente, nos han traído la urgencia permanente por la eficiencia. En la empresa nos exigen producir más y mejor en el mismo espacio de tiempo. En la ciudad nos tocan el claxon a la mínima de cambio o nos insultan, al vecino le molesta tal o cual cosa, los hijos quieren un permiso para una cuestión que te consultan cinco minutos antes, etc. Los demás nos exigen, en muchos casos, la rapidez y perfección que ellos no incluyen en su decálogo de autoexigencia… y nosotros hacemos lo propio con el resto del mundo. Todo nuestro entorno parece reclamarnos prisa y más prisa a la hora de hacer las cosas; hasta para pasarlo bien y descansar hay que ir acelerados. Tanto es así que, a nivel internacional, está triunfando un “movimiento Slow”, que defiende la vida más calmada,  compartida con un sano estrés…, el suficiente para estar atentos a lo que hacemos y nada más.

Las prisas nos llevan, permanentemente, a estar pendiente de lo urgente y a dejar lo importante, hasta que en nuestra vida o en la de los nuestros aparecen los inevitables “rotos”, que no hemos podido o no hemos querido ver llegar, porque estábamos absorbidos por el trabajo, las rutinas diarias y/o ... el cansancio. Lo mismo que las grietas de la roca se van produciendo por gotas de agua que la van abriendo en canal, poco a poco, hasta dejarlas convertidas en arena, nosotros vamos dejando de lado la reflexión y las decisiones en temas importantes de nuestra vida. Que valioso es distinguir lo importante de lo urgente, pero para eso necesitamos SILENCIO y reflexión....quizás. también descanso.

Esta vida tan ajetreada y estresada va acompañada de una sociedad cada vez más huérfana de valores. Esto implica, en general, menos calidad personal y relacional. El conflicto y la ruptura es cada vez más fácil y natural. Sin darnos cuenta, sin reflexión personal, sin ayuda porque quizás "lo sabemos todo"- ¡es hacer lo de todos los días!, nos decimos- , taladramos los pilares de nuestra vida, entre los que se encuentra nuestra familia, e hipotecamos nuestra felicidad y la de los nuestros.

Con este panorama, que nos puede incumbir más o menos,  queda poco tiempo para pararse a pensar sobre el discurrir de nuestras vidas y las de los que nos rodean, o sea, de nuestro cónyuge y de nuestros hijos. Sin embargo, un mínimo análisis es necesario para tomar decisiones correctas y el análisis exige SILENCIO, tranquilidad, serenidad, ausencia de ruido en el entorno, tiempos personales para la reflexión y, también, para la salud. Los psiquiatras le llaman a esto los “hábitos de salud mental”. Desconectar de la rutina, de lo urgente, para pensar en lo trascendente, en lo importante.

Todos tenemos que corregir cosas, porque todos somos falibles y susceptibles de mejora. Precisamente por eso necesitamos ratos periódicos, pequeños cada semana y más extensos cada mes o cada trimestre, para pensar; en la propia existencia, en la de los que me rodean, en rutinas equivocadas, en cosas que van bien o en otras que podrían ir mejor.  Pero para eso hace falta parar, centrar la cabeza,desconectar...¡SILENCIO!.

El MEDIO para conseguirlo puede ser la asistencia a una actividad que me permita dejar a un lado las preocupaciones diarias y ver mejor las nubes de nuestra vida, que pueden convertirse en tormenta.

Esas actividades pueden ser la asistencia a una conferencia para padres, para la que siempre tenemos pereza, pero que no defrauda nunca. Nos aporta frescura de ideas y nos sirve para contrastar nuestras vivencias con las de otros padres. También puede servir la asistencia a una conferencia sobre nutrición, adolescencia, hábitos saludables…impartida por un especialista en nuestra ciudad. Un rato de deporte, un pequeño viaje, un rato de lectura sobre un tema importante, una buena película que me ayude a pensar... Son espacios de reflexión, de alejarnos del problema de cada día y de poner lejanía, para PENSAR, CORREGIR Y MEJORAR. Son las herramientas para conseguir el silencio.

Es oro líquido una escapada periódica con el cónyuge. Mejor sin niños. Larga, corta o mediana. Si fallan los recursos se puede sustituir por una comida o cena a solas…, o, porque no, con unos bocadillos en el monte. Hay miles de alternativas, solo hay que empeñarse y hacer huecos, ineludibles pero necesarios, en nuestro tiempo, que terminan siendo momentos de crecimiento propio y ajeno.

También son necesarios los momentos solos, pero solos de verdad, acompañados por nosotros mismos y nada más. A veces la pertenencia a algún club social facilita actividades que hacen posibles estos momentos (ejemplo: sala de lectura, acompañados de un buen libro). Algunas instituciones religiosas también ponen a nuestra disposición días de retiro y examen, que ayudan hasta al más ateo. Otros hacen un tramo del Camino de Santiago. Que cada uno busque su opción…., pero hay que pensar serenamente, cada cierto tiempo, para hacer contabilidad, para corregir el rumbo propio y el de nuestros hijos, para plantearnos metas. Y esto, el ruido y el estrés diario no nos lo permiten.


Para que estos tiempos de silencio salgan hay que planificarlos, con flexibilidad. Puede estar previsto uno y luego aprovechar la oportunidad de otro. Para mejorar el papel de padres podemos preguntar por las actividades programadas en el centro escolar de nuestros hijos. Para otros temas podemos enterarnos de quién organiza conferencias en nuestra ciudad, con buenos profesionales, esos que son timoneles sin proponérselo, con un prestigio bien ganado (ejemplo: la agenda de actividades del periódico local) o, para los creyentes, la Iglesia, ese retiro de unos días... También se puede estar atento a las peñas deportivas de nuestro barrio (senderismo, viajes,…), a nuestro club social, etc. Hay que alejarse de la rutina diaria y buscar el silencio,… cada uno lo que necesite. También el descanso, pero eso lo dejamos para otro post.

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