martes, 16 de julio de 2013

Mundos virtuales (I)


Hace tiempo que quería escribir sobre la capacidad del ser humano, de cada uno de nosotros, de crear mundos virtuales y vivir en ellos, alejados de la realidad. Esto es especialmente importante cuando hablamos de  educación y formación de las personas.  Voy a recrear algunas situaciones, para que nos vayamos entendiendo:

1. Hay padres que evitan que sus hijos se esfuercen, que entren en contacto con la contrariedad, que asuman responsabilidades, que valoren lo que cuestan las cosas. Veamos algunas manifestaciones prácticas:

- No hacer nada para ir acostumbrando a los hijos, desde pequeños, a tener un tiempo de trabajo personal. Al principio para emborronar folios o cartulinas, con lápices de colores. Más adelante para estudiar lo visto en clase y hacer los ejercicios mandados.

- No encargar ninguna tarea en la casa. La madre y el padre recogen y ordenan el cuarto del hijo, retiran y limpian sus platos y cubiertos, les hacen la cama, algunos incluso les llevan el desayuno al cuarto, etc.

- Reaccionar negativamente cuando un profesor corrige, con razón,  a nuestro hijo/a.

- Ceder  a la mayor parte de los caprichos de nuestros hijos, desde pequeños. Hablamos de juguetes, comida, bebida, ropa, dinero, etc.

- Exigir a nuestros hijos de forma desmesurada, fuera de lo ordinario para su edad o capacidad,  sin apenas mostrar afecto .
- …….

- Estas y otras formas de actuar de los padres, provocan que los hijos vivan en mundos virtuales, cómodos o excesivamente incómodos, sin equilibrio, desnaturalizados, inmaduros….que les lleva a relaciones  demasiado conflictivas con el entorno, porque no encuentran en él  la misma  comodidad, permisividad o sobreprotección que en casa. Los demás, o sea los que no son ni su padre ni su madre, no se acomodan a ellos y por eso consideran que son víctimas de un mundo irracional, que va en su contra, cuando en realidad son sujetos pasivos de una educación deficiente que les va a marcar de por vida.

- Consejo: con los hijos  hay que buscar un sano equilibrio entre afecto, cariño, amor y EXIGENCIA. Han de ser autónomos lo antes posible, capaces de enfrentarse a las exigencias de un mundo real, no virtual….Vamos a estar ahí cuando se equivoquen, para aconsejar, recoger,  corregir y enseñarles a asumir responsabilidades,…pero les querremos incondicionalmente. Les enseñaremos a levantarse, le ayudaremos un poquito más de lo indispensable,… ¡pero tendrán que aprender a levantarse solos!

2. Algunos padres mienten y enseñan a mentir a sus hijos. Veamos algunos ejemplos:

- Cuando alguien nos llama por teléfono a casa y le decimos a nuestros hijos que cojan el teléfono y digan que no  estamos.

- Cuando les mentimos nosotros mismos, porque nos parece el camino más cómodo para evitar que insistan en algo.

- Cuando  el padre miente a la madre, o la madre al padre, para evitarles una reprimenda.

- Cuando les decimos que mientan para superar una situación incómoda, etc

- Cuando mentimos delante de ellos para conseguir algo o para esconder una situación,….ante un pariente, ante otro hermano. Ejemplo: decir que ha sacado buenas notas cuando en realidad ha suspendido.

- La mentira siempre se vuelve en contra de los padres, si no la evitan ellos mismos y la corrigen en sus primeras manifestaciones. Los hijos la usarán, sobre todo en la adolescencia, para evitar correcciones y responsabilidades. Recuerdo a una familia que me vino desconsolada a decirme que su hijo, que llevaba cinco años estudiando  en Madrid, no había superado el primer año, cuando pensaban que se había graduado. Recuerdo a otros padres que descubrieron que su hijo, de dieciséis años, llevaba tres consumiendo hachís. Lo dicho, la mentira siempre se vuelve en contra de los padres.

- Consejo: la veracidad es condición indispensable para educar y ser educado. La mentira es un mundo virtual que nos aleja de la realidad. No siempre hay que decir todo a todos, pero para eso está el silencio o la recomendación de que no nos pregunten determinadas cosas. También podemos invitar a tratar un tema en otro momento. Todo menos la mentira, sobre todo delante de nuestros hijos. Recuerdo a una persona que nunca mentía, porque su madre, viuda, siempre había confiado en ella.
3. Hay gente que cree tener virtudes de las que carece o defectos que solo existen en su imaginación. La raíz de estos pensamientos, en no pocas ocasiones tienen su raíz en el estilo educativo de sus padres:

- Hay padres que solo ven defectos en sus hijos. Les parece que todo lo hacen mal y, además, no les dejan hacer nada porque les parecen  lentos o limitados. Tarde o temprano se quejan de su falta de iniciativa, no entienden sus estados depresivos, su rebeldía,…etc.
- Hay padres que piensan que sus hijos no tienen defectos y les atribuyen virtudes que no poseen, o poseen en grado más limitado del que ellos aprecian. Los profesores, los amigos, los parientes, y más tarde, el jefe, la pareja, ….”no lo valoran adecuadamente”. Tarde o temprano, el hijo tendrá que bajarse de un pedestal que no le corresponde,…si es que se baja, porque no es fácil el descenso, al que el entorno social y profesional le invita permanentemente.
- Consejo: acepta a tu hijo tal y como es. Ponle metas a las que pueda llegar. No abuses del halago; asócialo al esfuerzo y no a las virtudes. Equilibra las críticas con los halagos. Tu hijo tiene derecho a equivocarse sin ser criticado, enjuiciado, condenado y denostado. Alaba siempre la iniciativa y la creatividad. No exijas la perfección en todo. 
4. Determinados programas de televisión y videojuegos dan una imagen del ser humano demasiado “comercial”, para captar audiencia, presentando modelos de conducta deformados, extraordinarios, demasiado impregnados de sexualidad, violencia, engaño, odio, venganza…, que pueden incidir en nuestro comportamiento y en el de nuestros hijos. Un motivo más para seleccionar lo que se ve y evitar la excesiva exposición a la caja tonta.

5. Por último, para terminar con esta primera entrada sobre los mundos virtuales, quizás con demasiada frecuencia juzgamos y sentenciamos a los demás, sin conocer más datos que los que nos ofrece nuestra IMAGINACIÓN, atribuyéndoles intenciones que solo existen en nuestra subjetividad, llegando incluso a dañar su imagen y honor.

A que esta actitud crezca más de lo normal, han contribuido determinados programas de televisión que viven de despellejar en público a todo el que se pone a tiro.

José Antonio de la Hoz

viernes, 5 de julio de 2013

La estabilidad matrimonial ayuda al crecimiento de los hijos

Nos ha tocado la sociedad que nos ha tocado,…ni mejor  ni peor que otras pasadas o futuras. En todas el protagonista  es el hombre; por eso,  cualquier sociedad que escojamos y sometamos a estudio, estará plagada de luces y sombras, de arbitrariedades y de excelentes liberalidades, de ejemplos conmovedores y de barbaridades sobrecogedoras, de muerte y de vida, de genialidad y superficialidad, de trabajo y dejadez, de moralidad y de inmoralidad. Porque la historia del hombre-, de cada uno de nosotros- podemos resumirla en una  frase:  “somos capaces de lo mejor y de lo peor”. 

Aunque la mayoría no desarrollamos conductas extremas, positivas o negativas, somos capaces de realizarlas. Como decía un buen amigo, ¿cuántas veces no hemos dicho cualquiera de nosotros, "de la que me he librado hoy"?. También en alguna ocasión hemos sido héroe por un día.

En la actualidad ocurre lo mismo, la sociedad refleja  la armonía  o la tensión que ya existe en el interior de cada hombre y que cada uno resuelve, o no,  a su manera, creando un clima social, unos modelos de comportamiento y unos valores guía. De esta forma, la calidad de una sociedad viene determinada por la calidad de sus individuos o, lo que es lo mismo, no hay conductas sociales sino una suma de conductas y hábitos individuales en una determinada dirección mayoritaria. Todo ello más o menos moderado por los creadores de opinión, por los ingenieros de lo políticamente correcto y lo "socialmente aceptado",…que no anulan nuestra capacidad de elegir, pero que intentan condicionarla a través de ese mecanismo gregario, que todos llevamos dentro, por el que nos cuesta ir contracorriente.

En una sociedad consumista, se busca la novedad, todo se cambia cuando nos aburre, las modas nos esclavizan, nada es permanente, lo importante es comprar, disfrutar, experimentar, gozar....MIRARNOS EL OMBLIGO. Quizás pretendemos disfrutar del otro/a, experimentarlo....y cambiarlo cuando no nos produce buenas sensaciones. Pienso que el amor no está en crisis, lo que está en crisis es el ser humano que se rige, sobre todo en países desarrollados, por los siguientes valores, que convierten cualquier cosa en algo líquido, sin límites que den contención, estabilidad:
1.  Exaltación del placer, por lo que todo lo que no lo produzca hay que eliminarlo o atenuarlo (ejemplo: esfuerzo, niños, relación de pareja, leyes,…)
2. Relativismo: nadie tiene la verdad y hay tantas verdades como individuos. Si sumamos esto al punto anterior nos da que si algo me molesta lo suprimo y …¡que nadie me discuta las razones!
3.Individualismo: el hombre es el centro de todo y que nadie ose usurparle el papel de protagonista. Yo, me, mi, conmigo...y los demás son herramientas. Vivimos con la ilusión de que el mundo gire a nuestro alrededor y se adapte a nosotros

4. Autocomplacencia y prepotencia: que nos lleva a creer que tenemos el control de todo y la solución a todos los problemas. Existe poco espíritu crítico, porque nos hemos cargado las referencias…¡Vale todo! Se pide poco perdón, simplemente porque no hay errores, mientras una mayoría o el poder imperante no me lo diga. Esto lo comprobamos dándonos cuenta de las pocas correcciones que nos hacen - ¡quién se va atrever!-, si acaso los más cercanos: padres, hermanos,…

Echando un vistazo a la historia, vemos que está llena de pasos adelante y de pasos  atrás, de modas sociales e ideas que van y vienen, de modelos que nacen, crecen y desaparecen, de civilizaciones que existen y dejan de existir.

Toda esta introducción viene a cuento de una frase muy extendida en la sociedad de algunos países desarrollados, entre ellos España, que nos dice que “el amor tiene fecha de caducidad”, que el matrimonio está en crisis, que es imposible una relación para siempre.

Buscamos referencias, decálogos, recetas…., porque no tenemos norte, nuestro barco vital tiene como patrón a nuestros instintos, nuestra impulsividad, lo momentáneo, lo pasajero, la afectividad descontrolada sin pasar por el tamiz de la racionalidad…Y así, claro está, no solo el amor…, todo tiene fecha de caducidad.

En la relación de hombre y mujer hay un enamoramiento inicial que, normalmente se atenúa bastante pasado un tiempo, dejando paso a un amor   que hay que regar, podar y abonar cada día, reconociendo errores, intentando limar aspectos de nuestro carácter que perjudican la relación, aceptando al otro como es. En este momento de la relación al amor debe unirse la razón, el sentido común y la voluntad. Siiiii,  se puede "querer con la voluntad", dándole tiempo a los periodos de crisis, concretando cada día en pequeños detalles que queremos querer a la otra persona, sin  llevar contabilidad de lo que hacemos por el otro,  etc. Con este planteamiento el amor no tiene fecha de caducidad y los hijos que surjan de la relación lo agradecerán y verán un modelo a seguir. ¡Ahhhh! y antes de comprometerse,... hay que valorar que nos casamos con un cuerpo y un espíritu, que tiene unas ideas y un carácter. 

Como la familia es importantísima , porque es nuestro refugio en las borrascas de la vida, porque nos aporta estabilidad y juicio, porque solo en ella se nos quiere por lo que somos y no por lo que tenemos, porque  casi siempre nos da  segundas oportunidades, porque ayuda a que nuestra sociedad sea más estable…hay que cuidarla. Por todo lo anterior, me parece oportuno haceros participes de un decálogo dirigido a los padres.   Está elaborado por Pilar Guembe y Carlos Goñi . Ahí va:

Tener objetivos vitales comunes. Desde que nos unimos iniciamos un mismo proyecto de vida que no crece si cada cual va por su lado. La vida en pareja no es un juego de sokatira, sino una barca con dos remos que hay que acompasar.

Gozar de momentos juntos. La vorágine cotidiana nos puede llevar a un cierto distanciamiento si no aprovechamos momentos para estar solos, salir a cenar o pasar unos días juntos donde poder dedicarnos el uno al otro.

Consensuar un estilo educativo. Aunque hayamos recibido educaciones diferentes, hemos de tener muy claro cómo educar a nuestros hijos, ir a una y que no nos vean discutir por ellos.

Gestionar las relaciones con la familia molecular. La familia nuclear (padres e hijos) está inscrita en una familia molecular (suegros, abuelos, tíos, primos) que puede ser fruto de conflictos si no se toma la distancia pertinente, pero también puede generar grandes beneficios afectivos y de apoyo.

Respetarse siempre. No hay amor sin respeto. Si falta este pueden saltar las chispas de los celos, evaporarse la equidad, generarse la incomprensión e, incluso, ir naciendo la sombra del maltrato.

Cuidar las relaciones íntimas. La salud de una relación se decide en la intimidad de la alcoba, la cual nunca ha de ser testigo de dos extraños en la noche; allí el diálogo deber ser trasparente y profundo.

Administrar el tiempo libre. Muchos problemas de pareja tienen su origen en una mala administración del tiempo libre, el cual puede ser, si no la causa, sí la ocasión para que se produzca un enrarecimiento del ambiente.

Admirar al otro. La costumbre hace que demos cosas por sabidas o sentidas, que nos cueste soltar un “te quiero” o un “qué guapo/a estás”, por considerarlos redundantes. Se mira con los ojos, pero se admira con las palabras.

Repartir las tareas domésticas. El reparto equitativo del trabajo es una pieza importante para convertir la casa en un hogar donde todos colaboren en una tarea común.

Comunicación. Es la clave de toda relación: saber escuchar y hablar con franqueza. Para ello hay que colaborar en la comunicación, es decir, esforzarnos por entender y hacernos entender.

José Antonio de la Hoz



martes, 2 de julio de 2013

¡SILENCIO!... para pensar, corregir y mejorar

Con ocasión de sesiones de formación personal y humana he reflexionado sobre una palabra muy interesante para la mejora personal y para la mejora de los hijos. Me refiero al silencio.

Las últimas décadas del siglo pasado y los primeros años del presente, nos han traído la urgencia permanente por la eficiencia. En la empresa nos exigen producir más y mejor en el mismo espacio de tiempo. En la ciudad nos tocan el claxon a la mínima de cambio o nos insultan, al vecino le molesta tal o cual cosa, los hijos quieren un permiso para una cuestión que te consultan cinco minutos antes, etc. Los demás nos exigen, en muchos casos, la rapidez y perfección que ellos no incluyen en su decálogo de autoexigencia… y nosotros hacemos lo propio con el resto del mundo. Todo nuestro entorno parece reclamarnos prisa y más prisa a la hora de hacer las cosas; hasta para pasarlo bien y descansar hay que ir acelerados. Tanto es así que, a nivel internacional, está triunfando un “movimiento Slow”, que defiende la vida más calmada,  compartida con un sano estrés…, el suficiente para estar atentos a lo que hacemos y nada más.

Las prisas nos llevan, permanentemente, a estar pendiente de lo urgente y a dejar lo importante, hasta que en nuestra vida o en la de los nuestros aparecen los inevitables “rotos”, que no hemos podido o no hemos querido ver llegar, porque estábamos absorbidos por el trabajo, las rutinas diarias y/o ... el cansancio. Lo mismo que las grietas de la roca se van produciendo por gotas de agua que la van abriendo en canal, poco a poco, hasta dejarlas convertidas en arena, nosotros vamos dejando de lado la reflexión y las decisiones en temas importantes de nuestra vida. Que valioso es distinguir lo importante de lo urgente, pero para eso necesitamos SILENCIO y reflexión....quizás. también descanso.

Esta vida tan ajetreada y estresada va acompañada de una sociedad cada vez más huérfana de valores. Esto implica, en general, menos calidad personal y relacional. El conflicto y la ruptura es cada vez más fácil y natural. Sin darnos cuenta, sin reflexión personal, sin ayuda porque quizás "lo sabemos todo"- ¡es hacer lo de todos los días!, nos decimos- , taladramos los pilares de nuestra vida, entre los que se encuentra nuestra familia, e hipotecamos nuestra felicidad y la de los nuestros.

Con este panorama, que nos puede incumbir más o menos,  queda poco tiempo para pararse a pensar sobre el discurrir de nuestras vidas y las de los que nos rodean, o sea, de nuestro cónyuge y de nuestros hijos. Sin embargo, un mínimo análisis es necesario para tomar decisiones correctas y el análisis exige SILENCIO, tranquilidad, serenidad, ausencia de ruido en el entorno, tiempos personales para la reflexión y, también, para la salud. Los psiquiatras le llaman a esto los “hábitos de salud mental”. Desconectar de la rutina, de lo urgente, para pensar en lo trascendente, en lo importante.

Todos tenemos que corregir cosas, porque todos somos falibles y susceptibles de mejora. Precisamente por eso necesitamos ratos periódicos, pequeños cada semana y más extensos cada mes o cada trimestre, para pensar; en la propia existencia, en la de los que me rodean, en rutinas equivocadas, en cosas que van bien o en otras que podrían ir mejor.  Pero para eso hace falta parar, centrar la cabeza,desconectar...¡SILENCIO!.

El MEDIO para conseguirlo puede ser la asistencia a una actividad que me permita dejar a un lado las preocupaciones diarias y ver mejor las nubes de nuestra vida, que pueden convertirse en tormenta.

Esas actividades pueden ser la asistencia a una conferencia para padres, para la que siempre tenemos pereza, pero que no defrauda nunca. Nos aporta frescura de ideas y nos sirve para contrastar nuestras vivencias con las de otros padres. También puede servir la asistencia a una conferencia sobre nutrición, adolescencia, hábitos saludables…impartida por un especialista en nuestra ciudad. Un rato de deporte, un pequeño viaje, un rato de lectura sobre un tema importante, una buena película que me ayude a pensar... Son espacios de reflexión, de alejarnos del problema de cada día y de poner lejanía, para PENSAR, CORREGIR Y MEJORAR. Son las herramientas para conseguir el silencio.

Es oro líquido una escapada periódica con el cónyuge. Mejor sin niños. Larga, corta o mediana. Si fallan los recursos se puede sustituir por una comida o cena a solas…, o, porque no, con unos bocadillos en el monte. Hay miles de alternativas, solo hay que empeñarse y hacer huecos, ineludibles pero necesarios, en nuestro tiempo, que terminan siendo momentos de crecimiento propio y ajeno.

También son necesarios los momentos solos, pero solos de verdad, acompañados por nosotros mismos y nada más. A veces la pertenencia a algún club social facilita actividades que hacen posibles estos momentos (ejemplo: sala de lectura, acompañados de un buen libro). Algunas instituciones religiosas también ponen a nuestra disposición días de retiro y examen, que ayudan hasta al más ateo. Otros hacen un tramo del Camino de Santiago. Que cada uno busque su opción…., pero hay que pensar serenamente, cada cierto tiempo, para hacer contabilidad, para corregir el rumbo propio y el de nuestros hijos, para plantearnos metas. Y esto, el ruido y el estrés diario no nos lo permiten.


Para que estos tiempos de silencio salgan hay que planificarlos, con flexibilidad. Puede estar previsto uno y luego aprovechar la oportunidad de otro. Para mejorar el papel de padres podemos preguntar por las actividades programadas en el centro escolar de nuestros hijos. Para otros temas podemos enterarnos de quién organiza conferencias en nuestra ciudad, con buenos profesionales, esos que son timoneles sin proponérselo, con un prestigio bien ganado (ejemplo: la agenda de actividades del periódico local) o, para los creyentes, la Iglesia, ese retiro de unos días... También se puede estar atento a las peñas deportivas de nuestro barrio (senderismo, viajes,…), a nuestro club social, etc. Hay que alejarse de la rutina diaria y buscar el silencio,… cada uno lo que necesite. También el descanso, pero eso lo dejamos para otro post.

lunes, 1 de julio de 2013

LOBBY'S, padres y educación. Consejos

Cuando estudiaba derecho político, hace ya muchos años, se explicaba el funcionamiento de los LOBBY’S o grupos de presión. Acudo a un reconocido diccionario y me da esta definición sobre la palabreja: “ Grupo de presión formado por personas con gran influencia y poder, sobre todo político o económico”.

A la definición anterior añadiría que todo LOBBY tiene un objetivo, unos intereses y unos modos de actuar para conseguirlos o estrategia. Así se refleja en la definición de este término, recogida en la Wikipedia: es un colectivo con intereses comunes que realiza acciones dirigidas a influir ante la Administración Pública para promover decisiones favorables a los intereses de ese sector concreto de la sociedad”.

Vivimos en una sociedad en la que los medios de comunicación ejercen una importante influencia en la configuración de la opinión pública. Los grupos de presión no escapan a esta realidad. A modo de ejemplo, es raro el partido político que renuncie a llevarse bien con una determinada cadena de televisión, periódico, radio, revista, diario digital, etc.

Para conseguir sus objetivos muchos LOBBY’S incluyen en su estrategia influir en la opinión pública, para ello se constituyen en asociación o fundación. La idoneidad de la elección viene determinada por la capacidad de acceder a fondos públicos, que permitan mantener una estructura activa, una revista, publicar libros, captar socios, tener una cadena de radio, estar presentes en los Mas Media. Todo ello para convencer a la MASA de la bondad de sus propuestas y de “los amplios sectores de la sociedad” que la apoyan, aunque a sus actos apenas acudan unas decenas o centenas de personas, bien distribuidas para dar la impresión de que son más.

Recuerdo que en las Asambleas de la Facultad, se usaban tácticas como la de la Doble Uve. El que quería llevarse de calle la asamblea distribuía a sus seguidores por la sala, cubriendo los espacios delanteros, medios y traseros, coincidiendo con los puntos de la mencionada letra. Cuando intervenía, sus acólitos, distribuidos en pequeño número por toda la sala, daban la sensación de gran mayoría y conseguían la aprobación de propuestas por aclamación. Los que no estaban aconchabados, el 95% de los asistentes,  terminaban aplaudiendo por mimetismo, por eso de no ir contra la mayoría.

Pues bien, todo esto viene a cuento de que los padres no debemos educar en base a modas, puestas en el mercado por los grupos de presión, que son pasajeras y que pueden hacer mucho daño, marcando la vida de nuestros hijos de forma casi irremediable. Pongo algunos ejemplos:

- Modelo de enseñanza: el que al padre le parezca más idóneo, no el que le parezca más idóneo al gobernante de turno. De hecho, muchos que defienden la enseñanza pública llevan a sus hijos a la privada, pero luego en los mítines se desgañitan contra ella. Tengo que añadir que soy defensor de una enseñanza pública de calidad, acompañada del respeto a la enseñanza privada. De lo contrario ¿De qué libertad estamos hablando?, si solo defendemos un único modelo.

- Valores: están muy determinados por lo políticamente correcto, que a su vez está muy influido por grupos de presión muy bien colocados, en lo más alto. Se insiste mucho en cómo vivir la sexualidad, pero se habla poco de honradez. Se descuartiza a la gente en muchas cadenas y programas de televisión y se habla poco de compasión y perdón. Nos bombardean con publicidad engañosa  que incita a no parar de consumir y se habla poco de austeridad y solidaridad. Se vende el éxito  fácil en muchos Mas Media, y se educa poco en el esfuerzo y la constancia. Se roba a manos llenas desde las más altas instancias y se habla poco de la honestidad. Se alaba ser espontaneo  y  dejarte llevar por lo que sientes, “ser tú mismo”, mientras aumentan las estadísticas de reyertas entre jóvenes, violencia entre parejas jóvenes y agresiones de hijos a padres. Parece como si el hombre se hubiese quedado sin sostén para argumentar y mantener los valores tradicionales, esos que elevan la autoestima, aún hoy, cuando nos esforzamos por vivirlos…esos que configuran una sociedad más segura y armónica, esos que nos ayudan a dar gracias por haber nacido. Pero, a cambio, tenemos un modelo de hombre sin freno en sus más bajos instintos, que a todos nos da miedo.

- Modas: tengo amigos y amigas de todas las ideologías. Casi todos piensan que la moda está yendo demasiado lejos en la forma de vestir a nuestros/as hijos/as. La intimidad es algo que todos tenemos. Solo intereses comerciales y de tipo ideológico empujan a nuestros hijos a ponerla en entredicho, en muchos casos con bastante mal gusto. ¿Qué tiene de estético enseñar los calzoncillos, gracias a unos vaqueros medio caídos? , por poner un ejemplo. Muchos padres tragan bilis cuando ven salir a la calle a sus hijas, con la mínima expresión de un pantalón vaquero, etc.

- Libertad: nunca se ha hablado tanto de libertad y, al mismo tiempo, nunca ha habido tantos esclavos. Preocupan los macrobotellones, pero dejamos a nuestros hijos menores que asistan. Nos enorgullecemos de nuestros avances tecnológicos, pero no nos damos cuenta de que somos esclavos de un móvil, de videojuegos, de Facebook, Twitter, Tuenti, Instagran,  la televisión 3D, etc. No estoy contra la tecnología, pero ¿la controlamos o nos controla? La libertad es lo que nos distingue del resto de animales de este mundo.  Llamamos  amor a la incapacidad de regular, controlar y ordenar nuestros instintos sexuales. Nunca hemos comido mejor, tenemos hasta cocina de diseño, pero las estadísticas sobre obesidad nos hablan…¿de falta de control, de esclavitud?. Podríamos poner más ejemplos, pero vamos a dejarlo ahí.

Frente a esto, recomiendo a los padres:

- No dejarse llevar por modas pasajeras, muchas veces impuestas desde arriba, por LOBBY’s muy fuertes. Sobre todo políticos y económicos.

- La humanidad no lleva equivocada 21 siglos. Ha sabido ir depurando lo que viene bien y mal al ser humano. Ante la duda, tus hijos son lo primero. Dentro de unos años, tus vecinos, amigos…la sociedad entera, agradecerá tus esfuerzos.

- Mira en tu interior qué nos hace más humanos. Por favor, vívelo y enséñaselo a tus hijos.

- Seamos humildes para reconocer nuestros errores, defectos y limitaciones y no tratemos de envolverlos de justificaciones como la espontaneidad, la libertad, etc. Nuestra humanidad solo puede crecer desde la humildad.

- Duda de las ideas sin dueño, de las novedades “aceptadas por la masa”, de los programas de televisión con 4 a favor y uno en contra, detrás hay ingeniería social interesada.

- La autoestima y el autoconcepto se consiguen y se mantienen, con valores, esfuerzo y constancia.

- Necesitamos trascendernos, salir de nosotros mismos. Cuando pensamos demasiado en nosotros, vienen los problemas.


- De forma natural buscamos una cosmovisión. Busca y elige la correcta. Todo lo que nos rodea nos invita a ello. Nos servirá de soporte para una vida sincera y equilibrada.

José Antonio de la Hoz