lunes, 27 de mayo de 2013

Ventajas de educar para la generosidad


El segundo centro escolar en el que estuve dando clases, era pequeño de instalaciones y de número de alumnos. Impartía la antigua FP y tenía alrededor de 200 alumnos matriculados, número que no era suficiente para atender los gastos.  La situación financiera no era buena, imperaba el desánimo entre los profesores, y había serios problemas de disciplina entre los alumnos. Para completar el cuadro las instalaciones reclamaban, a gritos,  una importante  reforma.

Pasados tres años el panorama cambió radicalmente: desaparecieron los problemas de disciplina, cambió radicalmente el ánimo de los profesores, se llegó al tope de matriculaciones de alumnos y desapareció el déficit.

¿Qué cambió? Lo primero que cambió fue el equipo directivo y, con él, la actitud de los profesores. ¿Qué aportó el equipo directivo? Unida de acción – todos íbamos a  una -, participación en la toma de decisiones – respetando el ideario- , iniciativa y GENEROSIDAD.

Decía Morris West, autor de “Las sandalias del pescador”, que  “el ejemplo es un libro que todos los hombres pueden leer”.  Cuando en un equipo de personas hay una o dos que se responsabilizan de las tareas que nadie quiere, cuando se da más de lo que en justicia se debe, cuando se está disponible fuera de horario…, entonces nadie tiene excusa para dar lo mejor de sí mismo. Sobre todo si la iniciativa en lo que cuesta la lleva la dirección del centro.

Ya parece claro que estamos hablando de generosidad, de que los padres den ejemplo de generosidad y eduquen a sus hijos para que sean generosos, que no es sinónimo de tontos. Y que, como a los niños los educa toda la tribu, que TODOS MEJOREMOS EN ESTE HÁBITO. Más abajo os doy motivos para el cambio.

Los padres pueden y deben dar argumentos para ser generosos, pero lo que vale es el ejemplo.  Hablamos de hacer tareas en casa, en la medida de las posibilidades de cada uno; de dedicar tiempo a estar con los hijos y con el cónyuge, de dar cosas a quien lo necesite – algo de dinero, juguetes,…-, de ayudar a compañeros, vecinos, de participar en labores sociales,...sin desatender a los propios ni las obligaciones primarias.

¿Y cuál es el final de la historia? Pues, individualmente, la generosidad es un imán del afecto de los demás y, por tanto, de una sana socialización.  Un estudio reciente de Sonja Lyubomirsky, de la Universidad de California Riverside, realizado a trabajadores de Coca-Cola Iberia,  señala que la generosidad se contagia y mejora el bienestar laboral -  yo añadiría que también el social-, y que   las personas más generosas se muestran menos irritables, tienen mejor apetito, mejor calidad de sueño, reducen sus síntomas depresivos y se sienten más comprometidas con su trabajo. Además de todo ello, son capaces de generar mayor conexión con el resto de compañeros.

Parece claro que individual, laboral y socialmente, la generosidad no trae más que ventajas. Para terminar añado una idea de Martin Seligman, padre de la psicología positiva: “El altruismo es una fuente de felicidad duradera”. No quiero terminar sin decir que soy creyente, y que todo esto ya lo dijo alguien hace 2000 años aproximadamente.

1 comentario:

  1. Ser generoso es importante, pero tampoco dejarse ver la cara, yo pienso que cuando uno deja de ser generoso, va a pensar que dejo de ser generoso y se va a sentir mal consigo mismo entonces hay ocurre algo malo, tiene mucho que ver con la ley de la atracción

    Bueno Articulo

    Saludos

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