lunes, 11 de febrero de 2013

Papa...¡DAME el mando de la tele!



1.   Una valoración inicial

La televisión es un electrodoméstico cuyo uso puede ser perjudicial o beneficioso para padres e hijos. En los primeros años de vida solo hay cadenas públicas de televisión  y se le asignan tres fines básicos: entretener, informar y educar. Pasados los años se permite la existencia de cadenas privadas de televisión que reducen la trilogía de fines a uno solo “ganar dinero” y no tienen ningún problema en admitir que “…de la educación se ocupen los padres”. Ante este panorama los Estados se ven obligados a legislar sobre los contenidos televisivos, para proteger a los niños.

 Hace unos años asistí a una conferencia de Rosa María Calaf, que fue corresponsal de Televisión Española, en la que explicaba la tendencia de algunas cadenas de televisión a convertir los telediarios en puro espectáculo, con el fin de aumentar su audiencia; en esta línea explicaba como algunos corresponsales en conflictos armados aparecían con chalecos antibalas, aunque retransmitían a kilómetros del fuego real, por orden de sus jefes. La tarea de informar se condiciona a la de captar audiencia, para obtener un mayor beneficio. Los telediarios se convierten en voceros de noticias seleccionadas sobre catástrofes, accidentes, asesinatos, robos…reflejando una realidad sesgada y negativa de la vida real, y esto sin hablar de su alineación con partidos políticos y oligarquías financieras. De esta forma se informa de “lo que interesa”, “en la forma que interesa” y “cuando interesa”, que puede ser mucho, poco o nada.

Actualmente las cadenas privadas de televisión solo piensan en “entretener para ganar dinero. Los anuncios de televisión se cobran en función de la audiencia de la cadena en el periodo de tiempo en el que se insertan. El estruendo en sus diversas manifestaciones es lo que más capta audiencias. Nos fijamos en lo extraordinario. Las telenovelas, concursos, programas de debate, programas de entretenimiento,…están llenos de estruendo y acontecimientos extraordinarios, es decir, de cuernos, asesinatos, accidentes, casquería, traiciones, reencuentros, maltrato, voces, mucho movimiento y estrés, grandes premios, injurias y calumnias, enfrentamientos, murmuraciones,…solo hay tranquilidad y más objetividad en los documentales, probablemente  porque se programan para la hora de la siesta.

Con este panorama los padres que no pongan límites al uso de la televisión en  casa, tanto propio como de los hijos, están permitiendo la entrada de mensajes, estilos de vida, ideas, modos de relación  y contravalores desaconsejables … que pueden traducirse en comportamientos inadecuados en los hijos, en carencias en su desarrollo, en efectos nocivos para su salud y otras consecuencias no deseables.

 

2.   Algunos datos sobre la televisión

Para concienciarnos sobre lo que debemos hacer, es bueno que conozcamos algunos datos:

·         Los niños entre 4 y 12 años dedican una media de 2,38 horas diarias a ver televisión (Informe de Barlovento Comunicación para Europa Press)

·         Un 35% de niños tienen la televisión de fondo en casa, siempre o casi siempre.

·        Un reciente estudio de la Universidad de Valencia indica que:

o   La primera actividad de ocio de niños y niñas es la televisión

o   Lo primero que hacen el 30% de niños/as cuando llegan a casa es encender la televisión (13,1% escucha música, 18,8% juega con amigos o familiares, 10,9% lee…)

o   Tres de cada diez niños entre 4 y 12 años tienen televisor en su dormitorio.

o   750.000 niños en España ven la televisión después de las 10 de la noche y 20.000 después de las doce

o   Solo el 25% del tiempo que ocupan los niños delante del televisor corresponde a programas infantiles

3.   Efectos nocivos de la televisión en los hijos

Vamos a resumir algunos efectos nocivos de la televisión en la vida de los hijos:

·         Sacar malas notas:  ver la televisión apenas requiere esfuerzo intelectual, cosa que si exige tomar apuntes, hacer los deberes, memorizar…

·         Desarrollo de una actitud pasiva: la televisión capta la atención con una emisión rápida de planos que puede llevar a los niños a considerar aburridos otros juegos. Se ejercita poco el cerebro viendo la televisión.

·         Leer menos libros

·         Hacer menos ejercicio,  ya que la televisión se suele ver tumbado o sentado. Esto facilita la obesidad infantil

·         Problemas de salud derivados de las posturas habituales para ver televisión

·         Depresión: el profesor Brian Primack, de la Universidad de Pittsburgh (EEUU), relaciona el consumo excesivo de la Tv en la infancia con síntomas depresivos en la juventud. Entre los motivos: trastornos del sueño asociados a la exposición prolongada, negatividad de los mensajes,, pasividad, falta de actividades deportivas, sociales o intelectuales, que actúan como factores protectores frente a la depresión.

·         Trastorno por déficit de atención e hiperactividad: según la Asociación Española de Pediatría, los menores de dos años que ven la televisión entre 3 y 4 horas al día, tienen un riesgo entre un 30 y un 40% mayor de padecer Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad

·         Retraso en habilidades sociales: el tiempo que dedicamos a la televisión no lo ocupamos estando con padres, hermanos, amigos, compañeros…

·         En niños pequeños dificulta la distinción entre realidad y ficción, ordinario y extraordinario, respeto y falta de respeto,…

 

4.   Consejos útiles

Para que la Televisión no provoque un perjuicio en los hijos y en el ambiente familiar, los padres deberían tener en cuenta los siguientes consejos:

1.       La Televisión no está permanentemente encendida. Se ve con alguna finalidad y seleccionando previamente los programas.

2.       Los hijos deben tener un límite diario y semanal del tiempo dedicado a la televisión. Hay que dedicar tiempo a estar con la familia, ayudar en casa, hacer los deberes, jugar, hacer deporte, etc.

3.       No es aconsejable que la Tv esté siempre encendida durante las comidas, en el tiempo de estudio y después de las 11 de la noche.

4.       La Tv debe estar en un lugar apto para la convivencia familiar. Nunca en dormitorios ni habitaciones específicas

5.       Que alguno de los cónyuges vea la televisión con los hijos hace posible comentar y corregir posibles valores y situaciones inadecuadas transmitidas en los programas.

6.       Los niños deben tener alternativas de ocio distintas a la Tv de corte artístico, deportivo o cultural.

7.       El ejemplo de los padres es fundamental. Los límites han de ir acompañados de la correspondiente coherencia materna y paterna.

8.       La Tv no debe sustituir a la necesaria convivencia y diálogo entre padres e hijos.

9.   La Academia Americana de Pediatría realizó la siguiente declaración en 1999: "Los pediatras deberán recomendar encarecidamente a los padres que eviten que los niños menores de dos años vean la televisión. Si bien ciertos programas de televisión pueden ser promovidos como que están dirigidos a este grupo de edad, la investigación sobre la primera etapa de desarrollo del cerebro muestra que, para lograr el crecimiento sano del cerebro y el desarrollo adecuado de las destrezas sociales, emocionales y cognoscitivas, los bebés y los menores de 5 años tienen la necesidad imperiosa de interactuar directamente con sus padres y demás cuidadores importantes. Por lo tanto, habrá que desalentar exponer a los niños pequeños a los programas de televisión."

10.   Todo lo anterior no implica que todo uso de la televisión sea negativo. Existen programas que hacen posible un descanso saludable  así como un complemento educativo.

 

La publicidad y los niños

En la compra de un producto son varias las personas  que tienen protagonismo; hay quien toma la decisión de comprar, que puede ser inducida por si misma o por una tercera persona. Hay personas que compran un producto o servicio y lo aconsejan o desaconsejan a otras. También está la figura del consumidor del producto o servicio que puede ser, o no, quien lo compró o tomó la decisión de compra. Por tanto nos encontramos con que las decisiones de compra se generan por: el que toma la decisión, el que realiza la compra, el que la induce, el que la aconseja, el que consume directamente el producto y el que se lo dan a probar. A esto hay que añadir que la actual generación de padres es – en palabras del Juez de Menores Emilio Calatayud- la más desagraciada, porque en la infancia estuvo sometida a los padres y en la madurez a los hijos.

Los hijos tienen un papel importante en la compra de productos y esto no escapa a las agencias de publicidad ni a los expertos en merchandising. Recuerde  las ristras de caramelos, chicles, frutos secos,… en las cajas de los supermercados.

Por todo lo anterior, los niños son para las agencias de publicidad y las grandes superficies comerciales protagonistas principales en la decisión de compra de muchos productos. A ellos van dirigidos numerosos anuncios publicitarios, con la ilusión de que fuercen a los padres a comprar lo anunciado.

Según algunos estudios recibimos una media de 3.000 impactos publicitarios diarios, muchos de ellos por televisión. Cada hora nos llegan una media de 25 anuncios de televisión.  Los niños reciben, solo de comida basura, una media de 20.000 impactos publicitarios anuales que van forzando la construcción de los hábitos alimenticios, dirigiéndolos hacia este tipo de comida, influyendo  de esta forma en la salud presente y futura de los pequeños.

Entre la primera semana de octubre y la primera de diciembre  se generan más de 3.500 impactos publicitarios  dedicados a los juguetes, en los que se mezcla realidad y ficción, porque a los juguetes se le atribuyen cualidades que no tienen, favoreciendo en el niño  la confusión de esos ámbitos.

Por último, hay otro grupo de anuncios elaborados por las propias cadenas, en el intermedio de la programación infantil, promocionando otros programas de la cadena. Para captar la atención de los niños se adaptan a su discurso, también en temas como el respeto a los padres, el orden, la alimentación, etc.

Los valores, mensajes, circunstancias, estereotipos, que transmiten los anuncios van dirigidos a promover el consumo, no a educar. Para ello, se adaptan los spots a las “inclinaciones naturales” de los niños, que son precisamente las que tratan de corregir los padres.   

 
 José Antonio de la Hoz
 
 
 
 
 
 
 
 

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