Viendo todo lo que nos está
trayendo la crisis es arriesgado hablar de sus posibles aspectos positivos,
porque intentar ver algo atractivo en un desahucio, la quiebra de la empresa
familiar, el paro, la ruina… puede
parecer una tarea atrevida e insolente, no exenta de un cierto componente de
locura. Basta ver las estadísticas sobre el aumento de enfermedades mentales como la depresión, y el consecuente aumento del consumo de
fármacos que palien el profundo desaliento que pueden producir, para desanimar
a cualquiera que quiera interpretar la realidad en clave positiva.
En estos últimos años he tenido
el privilegio de oír en directo a prestigiosos profesionales en distintas
disciplinas, como gestor de escuelas de padres en numerosos centros educativos y
otros eventos en los que he tenido que contar con ellos. También he sido
docente en algunos cursos que incluían una parte dedicada el desarrollo
personal. De estas dos fuentes quiero sacar algunas ideas que nos ayuden a
hacer frente a esta realidad aparentemente
nefasta, que puede anular nuestra capacidad de reacción. Se trata de tener
motivos que suavicen y nos ayuden a tener una visión más moderada de las actuales
circunstancias, pero que exigen cierto juicio crítico sobre situaciones pasadas
y la convicción de que tenemos que acostumbrarnos a dosis más altas de
sufrimiento y exigencia personal, también de solidaridad y recortes en el consumo.
Quiero empezar recordando una
idea que he oído en numerosas ocasiones, consistente en que “las personas
realizamos interpretaciones distintas de la misma realidad”. Frente a una
circunstancia crítica como el paro o la ruina económica unas personas reaccionan poniéndose a buscar
trabajo y formándose, mientras que otras
se hunden en un fango de pensamientos negativos. Pues bien, “podemos elegir como reaccionamos frente a
los estímulos externos”, aunque soy consciente de que unas personas lo
tienen más fácil que otras, al estar implicados aspectos relacionados con la
química del cerebro, o con las experiencias vitales previas, entre otros. Pero
todos tenemos capacidad de escoger el cristal con el que queremos ver la
realidad que nos rodea y, por tanto, de sustituir ese cristal si no es el
adecuado, reprogramando nuestra forma de interpretar los acontecimientos.
Otra reflexión se centra en el
mensaje con el que nos han bombardeado prácticamente todos los días de nuestra
vida, sobre todo en los llamados “países desarrollados”, según el cual la
felicidad se encuentra en el consumo de
cosas materiales, en el dinero, en la posición social. Frente a esto quiero
hacer varias reflexiones rápidas:
·
Todo el que ha ido por el camino contrario al
consumo como fuente de felicidad debe ser anómalo y habría que marcar con este calificativo a personas
como la madre Teresa de Calcuta, Fray Leopoldo, San Juan de Dios…., que se dedicaron con ahínco a andar por el
camino contrario. Yo voy a ser prudente
y voy a mantener la consideración hacia ellos, entre otros motivos porque
algunos de mis momentos más felices han transcurrido haciendo cosas por los
demás, como visitar y ayudar a algún familiar o amigo enfermo, dar una limosna
generosa a alguien que claramente lo necesitaba, dirigir a quien me preguntaba
por una dirección, dejar un asiento en el bus, compartir un bocata en una
excursión, escuchar a alguien que lo
estaba pasando mal…Me consta que esto produce las mismas emociones al resto de
los mortales. Pues ahora más que nunca, todos debemos ponernos manos a la obra…,
es la hora de que los padres formen a sus hijos en
estos valores y de vivirlos,
por que todos vamos a necesitar ayuda y vamos a vernos impelidos a prestarla
para superar las actuales circunstancias. En los tiempos de bonanza éramos más
autosuficientes, ahora vamos a necesitar más de los demás y los demás van a
necesitar más de nosotros. Sin duda tendremos una oportunidad de ser más
humildes, solidarios, comprensivos, tolerantes, generosos … más humanos.
·
Vivimos en una época en la que nos llenamos la
boca continuamente con la palabra libertad,
pero en la que las adicciones abundan, tanto las antiguas como las nuevas.
Creemos que somos libres, pero nos cuesta vivir sin el móvil, el alcohol (en mayor o menos cantidad), las
drogas, el sexo, la moda, lo
políticamente correcto, la televisión, los videojuegos, las sensaciones
culinarias que no la comida como sustento, las sensaciones fuertes… Consumimos
muchas cosas y somos esclavos de ellas, por que nos cuesta o no tenemos la capacidad de rechazarlas …, queremos cosas,
más cosas, placer, más placer, …y personas que nos produzcan sensaciones, y por
el camino hemos dejada adormecida nuestra voluntad, que nos sirve para alcanzar
metas, para tener el control de nuestra vida. La crisis nos va a dar bocados en
este aspecto,…nos esta poniendo desafíos frente a los que vamos a tener que reaccionar sacando
lo mejor de nosotros mismos, actualizando y desarrollando nuestras capacidades…, haciéndonos personas de
más calidad. Y en los casos extremos vamos a tener que poner el hombro y ser
solidarios, con los que están superados por las circunstancias.
·
Muchos teníamos la sensación de vivir en una
sociedad donde se controlaban poco los impulsos. Observábamos y seguimos
observando, como en la vida cotidiana se
recurre con cierta facilidad a la descalificación, al insulto e incluso a la
agresión. Hemos cosificado nuestras relaciones con los demás, convirtiéndolos
en un trampolín hacia nuestra felicidad o en un estorbo si no servían a tal
fin. Esto tiene que ver mucho con la falta de valores y “el retraso de la
recompensa”,…hemos consumido placer a espuertas y nuestros hijos han seguido
nuestro ejemplo…. y somos poco receptivos a la contrariedad, al infortunio, a
que las cosas no vengan de cara…., que como vemos forman parte de la vida real.
Estoy seguro de que a medio plazo todos vamos a ser más moderados, en el
trato con los demás, en el juicio que hacemos de ellos,…en respuestas
cotidianas a estímulos cotidianos, como una cola de tráfico, una espera en el
médico, una comida no agradable, un imprevisto... Creo
que esta generación va a ser MAS HUMANA, porque va a tener más autocontrol, en
cuanto que la razón va a ganarle terreno a la emoción y la impulsividad.
·
Vamos a tener la oportunidad de valorar más a los
demás y de que nos valoren por cómo
somos, por nuestra actitud y no por lo
que tenemos. Disminuye la propiedad de cosas y aumenta la necesidad de ayuda, apoyo, consuelo, solidaridad,
comprensión,…., que son cosas inmateriales, que no se compran, …pero que las
circunstancias nos van a ayudar a incluir en nuestro catálogo de actitudes y
comportamientos. Como padres vamos a tener que sustituir los regalos materiales
a nuestros hijos por cosas como cariño, tiempo, juego, conversación, diálogo,
apoyo…, las mismas oportunidades vamos a tener como amigos, compañeros,
vecinos, ciudadanos, etc.
Un reputado psiquiatra de este
país habla de cuatro patas sobre las que se apoya nuestra felicidad personal,
que son las siguientes: amor, trabajo, cultura y amistad. La falta de trabajo
podemos sustituirla por su búsqueda activa y la actualización de conocimientos
y capacidades, con mentalidad profesional y horario diario. Además nos quedan
tres patas más sobre las que apoyarnos…, la familia es muy importante para la
pata del amor, ahí hay que dar y recibir. Los amigos deben comprender, querer,
apoyar, tener mano izquierda….La cultura tiene muchas manifestaciones
asequibles: leer un libro, ver un documental, hacer deporte…,etc.
Resumiendo,…en los próximos años
vamos a tener menos cosas, pero contaremos con muchas oportunidades para
mejorar nuestras capacidades y mejorar como personas introduciendo o
desarrollando valores en nuestro comportamiento, que quizás teníamos un poco
abandonados. La atención de las necesidades primarias nos va a obligar a afinar
mucho en aspectos como el equilibrio
patrimonial, el autocontrol y la autoexigencia. Nos vamos a encontrar con
muchas oportunidades de arreglar y
reutilizar, compartir, prestar,
regalar, donar, ayudar, comprender, disculpar, aprender, querer…. Toda
una escuela para que nosotros y nuestros hijos mejoremos y ayudemos a mejorar.
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