martes, 20 de noviembre de 2012

Tiempo de crisis, tiempo de valores



Viendo todo lo que nos está trayendo la crisis es arriesgado hablar de sus posibles aspectos positivos, porque intentar ver algo atractivo en un desahucio, la quiebra de la empresa familiar, el paro, la ruina…  puede parecer una tarea atrevida e insolente, no exenta de un cierto componente de locura. Basta ver las estadísticas sobre el aumento de  enfermedades mentales como la depresión,  y el consecuente aumento del consumo de fármacos que palien el profundo desaliento que pueden producir, para desanimar a cualquiera que quiera interpretar la realidad en clave positiva.

En estos últimos años he tenido el privilegio de oír en directo a prestigiosos profesionales en distintas disciplinas, como gestor de escuelas de padres en numerosos centros educativos y otros eventos en los que he tenido que contar con ellos. También he sido docente en algunos cursos que incluían una parte dedicada el desarrollo personal. De estas dos fuentes quiero sacar algunas ideas que nos ayuden a hacer frente a esta  realidad aparentemente nefasta, que puede anular nuestra capacidad de reacción. Se trata de tener motivos que suavicen y nos ayuden a tener una visión más moderada de las actuales circunstancias, pero que exigen cierto juicio crítico sobre situaciones pasadas y la convicción de que tenemos que acostumbrarnos a dosis más altas de sufrimiento y exigencia personal, también de solidaridad y recortes en el consumo.

Quiero empezar recordando una idea que he oído en numerosas ocasiones, consistente en que “las personas realizamos interpretaciones distintas de la misma realidad”. Frente a una circunstancia crítica como el paro o la ruina económica  unas personas reaccionan poniéndose a buscar trabajo y formándose, mientras que  otras se hunden en un fango de pensamientos negativos. Pues bien, “podemos elegir como reaccionamos frente a los estímulos externos”, aunque soy consciente de que unas personas lo tienen más fácil que otras, al estar implicados aspectos relacionados con la química del cerebro, o con las experiencias vitales previas, entre otros. Pero todos tenemos capacidad de escoger el cristal con el que queremos ver la realidad que nos rodea y, por tanto, de sustituir ese cristal si no es el adecuado, reprogramando nuestra forma de interpretar los acontecimientos.

Otra reflexión se centra en el mensaje con el que nos han bombardeado prácticamente todos los días de nuestra vida, sobre todo en los llamados “países desarrollados”, según el cual la felicidad se encuentra en  el consumo de cosas materiales, en el dinero, en la posición social. Frente a esto quiero hacer varias reflexiones rápidas:

·         Todo el que ha ido por el camino contrario al consumo como fuente de felicidad debe ser anómalo y habría  que marcar con este calificativo a personas como la madre Teresa de Calcuta, Fray Leopoldo,  San Juan de Dios….,  que se dedicaron con ahínco a andar por el camino contrario.  Yo voy a ser prudente y voy a mantener la consideración hacia ellos, entre otros motivos porque algunos de mis momentos más felices han transcurrido haciendo cosas por los demás, como visitar y ayudar a algún familiar o amigo enfermo, dar una limosna generosa a alguien que claramente lo necesitaba, dirigir a quien me preguntaba por una dirección, dejar un asiento en el bus, compartir un bocata en una excursión,  escuchar a alguien que lo estaba pasando mal…Me consta que esto produce las mismas emociones al resto de los mortales. Pues ahora más que nunca, todos debemos ponernos manos a la obra…, es la hora de que los padres formen a sus hijos en estos valores  y de vivirlos, por que todos vamos a necesitar ayuda y vamos a vernos impelidos a prestarla para superar las actuales circunstancias. En los tiempos de bonanza éramos más autosuficientes, ahora vamos a necesitar más de los demás y los demás van a necesitar más de nosotros. Sin duda tendremos una oportunidad de ser más humildes, solidarios, comprensivos, tolerantes, generosos … más humanos.

 

·         Vivimos en una época en la que nos llenamos la boca continuamente con la palabra libertad, pero en la que las adicciones abundan, tanto las antiguas como las nuevas. Creemos que somos libres, pero nos cuesta vivir sin el móvil,  el alcohol (en mayor o menos cantidad), las drogas, el sexo,  la moda, lo políticamente correcto, la televisión, los videojuegos, las sensaciones culinarias que no la comida como sustento, las sensaciones fuertes… Consumimos muchas cosas y somos esclavos de ellas, por que nos cuesta o no tenemos  la capacidad de rechazarlas …, queremos cosas, más cosas, placer, más placer, …y personas que nos produzcan sensaciones, y por el camino hemos dejada adormecida nuestra voluntad, que nos sirve para alcanzar metas, para tener el control de nuestra vida. La crisis nos va a dar bocados en este aspecto,…nos esta poniendo desafíos  frente a los que vamos a tener que reaccionar sacando lo mejor de nosotros mismos, actualizando y desarrollando  nuestras capacidades…, haciéndonos personas de más calidad. Y en los casos extremos vamos a tener que poner el hombro y ser solidarios, con los que están superados por las circunstancias.

 

·         Muchos teníamos la sensación de vivir en una sociedad donde se controlaban poco los impulsos. Observábamos y seguimos observando, como en la vida cotidiana  se recurre con cierta facilidad a la descalificación, al insulto e incluso a la agresión. Hemos cosificado nuestras relaciones con los demás, convirtiéndolos en un trampolín hacia nuestra felicidad o en un estorbo si no servían a tal fin. Esto tiene que ver mucho con la falta de valores y “el retraso de la recompensa”,…hemos consumido placer a espuertas y nuestros hijos han seguido nuestro ejemplo…. y somos poco receptivos a la contrariedad, al infortunio, a que las cosas no vengan de cara…., que como vemos forman parte de la vida real. Estoy seguro de que a medio plazo  todos vamos a ser más moderados, en el trato con los demás, en el juicio que hacemos de ellos,…en respuestas cotidianas a estímulos cotidianos, como una cola de tráfico, una espera en el médico, una comida no agradable, un imprevisto...   Creo que esta generación va a ser MAS HUMANA, porque va a tener más autocontrol, en cuanto que la razón va a ganarle terreno a la emoción y la impulsividad.

 

·         Vamos a tener la oportunidad de valorar más a los demás y de que nos valoren  por cómo somos, por nuestra actitud  y no por lo que tenemos. Disminuye la propiedad de cosas y aumenta la necesidad  de ayuda, apoyo, consuelo, solidaridad, comprensión,…., que son cosas inmateriales, que no se compran, …pero que las circunstancias nos van a ayudar a incluir en nuestro catálogo de actitudes y comportamientos. Como padres vamos a tener que sustituir los regalos materiales a nuestros hijos por cosas como cariño, tiempo, juego, conversación, diálogo, apoyo…, las mismas oportunidades vamos a tener como amigos, compañeros, vecinos, ciudadanos, etc.

 

Un reputado psiquiatra de este país habla de cuatro patas sobre las que se apoya nuestra felicidad personal, que son las siguientes: amor, trabajo, cultura y amistad. La falta de trabajo podemos sustituirla por su búsqueda activa y la actualización de conocimientos y capacidades, con mentalidad profesional y horario diario. Además nos quedan tres patas más sobre las que apoyarnos…, la familia es muy importante para la pata del amor, ahí hay que dar y recibir. Los amigos deben comprender, querer, apoyar, tener mano izquierda….La cultura tiene muchas manifestaciones asequibles: leer un libro, ver un documental, hacer deporte…,etc.

Resumiendo,…en los próximos años vamos a tener menos cosas, pero contaremos con muchas oportunidades para mejorar nuestras capacidades y mejorar como personas introduciendo o desarrollando valores en nuestro comportamiento, que quizás teníamos un poco abandonados. La atención de las necesidades primarias nos va a obligar a afinar mucho en aspectos como  el equilibrio patrimonial, el autocontrol y la autoexigencia. Nos vamos a encontrar con muchas oportunidades de  arreglar y reutilizar,  compartir,  prestar,  regalar, donar, ayudar, comprender, disculpar, aprender, querer…. Toda una escuela para que nosotros y nuestros hijos mejoremos y ayudemos a mejorar.

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