Quería escribir sobre el
aprendizaje del niño/a durante el embarazo y los primeros meses de vida, dedicando unas
horas a leer documentos interesantes y a
contrastarlos con padres. He de reconocer que han terminado tocándome la
sensibilidad, porque me han transportado al mundo ingenuo, tierno e indefenso del bebe. Dicho esto y, haciendo
un esfuerzo por no entrar en otros temas, algunos de ellos no exentos de
polémica, entramos en materia.
Nuestro futuro hijo comienza el
contacto con el exterior a partir del 5º mes, pues es en este momento cuando desarrolla
el sentido del oído. Lo primero que oye es el latido del corazón de la madre,
pero también su voz con sus distintas entonaciones y emociones. Por este motivo
una vez nacido, cuando echa a llorar es
más fácil que lo calme una voz de mujer, empezando por la de la madre, la abuela, la tía, etc
Cuando emitimos la voz expulsamos aire que pasa por nuestro interior
(faringe, cavidad nasal, boca, caja craneal y columna vertebral a nivel del
intestino). Nuestro hijo oye estas resonancias desde el interior. Por eso el
bebe se mueve ante el estímulo de la voz de la madre.
Cuando nace todos los sonidos se
perciben de forma distinta, extraña y le generan ansiedad, por eso oír la voz de la madre es como retornar al
mundo tranquilo del periodo de gestación, en el que ha estado inmerso durante
aproximadamente 9 meses. También por
este motivo, algunas veces el niño deja de mamar cuando oye la voz de la madre
y dirige la mirada hacia ella.
Para evitar que la voz del padre
sea un ruido extraño es bueno que este hable al niño/a acercando su boca al
vientre de la madre, durante la gestación. De esta forma el vínculo sonoro con
él será similar al que establece con la madre. No obstante, la voz de la madre
tendrá siempre una influencia mucho más contundente y no solo durante el
embarazo. Tendrá una magia especial durante toda la vida.
Con la vista ocurre algo
distinto. Se desarrolla a lo largo de los 6 a 8 primeros meses de vida. Cuando
nace esta preparado físicamente para ver, pero su cerebro no está lo
suficientemente desarrollado para procesar la información. No ve con claridad
más allá de los 20 a 40 centímetros. Distingue la cara de la madre cuando le da
de mamar, pero más allá solo ve luz y contrastes fuertes.
El primer mes aprenderá a mover los dos ojos al unísono, por tanto no
hay que preocuparse si vemos irregularidades en este sentido, salvo que estas
sean permanentes. A partir del segundo
mes comienza a distinguir colores, mostrando preferencia por los primarios
y brillantes; podemos ayudarle mostrándole fotos, dibujos, libros, juguetes… Desde
el cuarto mes comienza a desarrollar
la percepción en profundidad, siendo el momento de localizar los objetos y
extender la mano para cogerlos. Es el momento de acercarle objetos fáciles para
agarrarlos. En torno al quinto mes tiene más capacidad para fijarse en objetos
más pequeños y reconocer cosas antes vistas, por ello le gusta jugar al está –
no está, cuando tapas y destapas tu cara con las manos. También distingue entre
colores similares. En el octavo mes
tiene el color de ojos casi definitivo, y ve con la claridad y profundidad de
un adulto, aunque muestre preferencia por los objetos cercanos. Reconoce objetos
y personas al fondo de la habitación.
El sentido del gusto y del olfato
están muy ligados, ya que a partir del cuarto mes de embarazo capta mediante el
gusto los “olores” del líquido amniótico. La comunicación hormonal con la madre
permite que experimenten sensaciones parecidas referidas al olor. Al nacer el
bebe elude los olores fuertes y artificiales, por ello es bueno que la madre
evite llevar perfumes fuertes, así como el uso de ambientadores en la casa y en
su habitación, para evitar el llanto. Muestra preferencia por el olor de la
leche, parecido al del líquido amniótico, y a los olores suaves, como el de las
flores, bollos, miel o vainilla. La colonia debe ser la propia del bebe, sin
alcohol y puesta sobre la ropa lejos de la boca par evitar que la lama. Pero el
olor preferido es el de la madre, que le tranquiliza y le da seguridad. Por
este motivo la matrona coloca al bebe sobre el pecho de la madre, después del
esfuerzo traumático del parto.
El tacto es el primer sentido que
desarrolla el bebe, ya en el interior de la madre. Se mueve y reacciona cuando le roza la pared del
vientre de la madre. Una vez nacido, el contacto con la madre y el padre le
ayuda a estrechar vínculos. El masaje con una crema adecuada después del baño,
en las palmas de las manos y de los pies y en el resto del cuerpo, le ayudan a
madurar su sistema nervioso y a relajarlo. La ropa de lana y algodón le
proporcionan sensaciones agradables.
José Antonio de la Hoz
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