Los primero ocho años de la vida
de un niño son fundamentales para su desarrollo a todos los niveles, pero centrándonos en su
desarrollo intelectual, es el momento con mayor capacidad de aprender. Aprenden más rápido cuando
reciben cariño, atención, estímulos y se cuida su alimentación y salud. Generalmente tienen un mejor
rendimiento escolar los niños que se siente felices y cuentan con un entorno
cultural adecuado, además de afrontar mejor los problemas que les va planteando
la vida. Por el contrario, los niños que se quedan solos durante periodos
prolongados de tiempo retrasan su desarrollo físico y mental.
MARÍA MONTESSORI
Uno de los precursores del
aprendizaje temprano fue María Montessori, médico, antropóloga y psicóloga, que
nació en 1870 en la provincia italiana de Ancona y falleció en Holanda, en 1952. En 1906 decidió hacerse cargo durante el día,
de 60 menores cuyos padres trabajaban, fundando la “Casa de los Niños”. Observó
que los niños aprendían por si solos, sin la supervisión de adultos, si tenían libertad y muchas opciones entre
las que escoger. De la observación y el trabajo con los niños sacó, entre
otras, las siguientes conclusiones:
· Durante los primeros años de vida los niños/as
tienen una enorme capacidad de aprender y el saber entra en su cabeza por el
solo hecho de vivir.
· En la vida del niño hay periodos sensibles en
los que pueden adquirir una habilidad
con mucha facilidad. Estos periodos son pasajeros.
· El niño necesita de un ambiente preparado para
su autoaprendizaje, en el que desarrolla aspectos sociales, emocionales e
intelectuales. Este ambiente se diseña siguiendo los principios de simplicidad,
belleza y orden. Se trata de espacios luminosos y cálidos que incluyen
lenguaje, plantas, arte, música y libros, distribuidos en áreas de trabajo en
secuencia de menor a mayor dificultad, delimitadas por estanterías donde se
colocan materiales de trabajo, previendo también zonas abiertas para que el
niño puede trabajar en el suelo.
·
El papel del adulto es más el de un facilitador,
observador, que acompaña al niño en su
proceso de aprendizaje.
LOS BITS DE INTELIGENCIA
Otro precursor del aprendizaje
temprano es el norteamericano Glenn Doman, neuropediatra fundador del Instituto
para el Logro del potencial Humano de Filadelfia que a principios de los 50
comenzó a trabajar con niños que padecían lesiones cerebrales graves, logrando
importantes avances. Se preguntó que pasaría si aplicaba las experiencias
recogidas a niños sanos y desarrolló un método de estimulación temprana basado
en los llamados “bits de inteligencia”, que son unidades de información
ofrecidas a los niños por medio de imágenes grandes, claras y bien definidas,
que se enseñan en series de 10, tres veces al día, durante aproximadamente 5
minutos, mostrando cada una durante un segundo, acompañadas de información oral.
Aviso de que esta es solo una característica de este procedimiento de
estimulación temprana, que es más
complejo.
El método pretende que el niño
aumente la capacidad de retención de información, estimular su inteligencia,
aumentar su léxico, desarrollar su memoria visual y auditiva, y fomentar la
curiosidad e interés por todos los campos del saber. Para conseguir estos
objetivos utiliza una metodología muy estructurada que, a grandes rasgos, se
basa en enseñar de forma rápida y en el momento oportuno en programas que
abarcan el conocimiento enciclopédico, la lengua extranjera, la apreciación
musical, el crecimiento social, el desarrollo físico básico y las matemáticas,
entre otros. Siguiendo estos patrones, cuando tenga 6 años, el niño habrá aprendido:
a entender el lenguaje oral, a leer el lenguaje escrito, a reconocer un objeto
mediante el tacto, a caminar erguido en patrón cruzado, a hablar un lenguaje
abstracto (simbólico y convencional) y a escribir este lenguaje.
ARGUMENTOS A FAVOR Y EN CONTRA
Los defensores de la estimulación
temprana señalan que un niño cuando nace cuenta con el máximo de neuronas del
que dispondrá, pero las neuronas solas no hacen nada. Lo verdaderamente
importante son los circuitos neuronales que se van construyendo gracias a los
estímulos sensoriales y al movimiento. El niño llega a su plenitud de
desarrollo, si en estos primeros años disfruta de oportunidades de aprendizaje y de estímulos adecuados. También ocurre a la
inversa, que el niño nunca saque el máximo provecho a su potencial si no se ha
enfocado adecuadamente su aprendizaje en estos primeros años.
La realidad es que son muchas las
guarderías, escuelas infantiles y centros de enseñanza que se apuntan a este
modelo, pero también existen detractores que indican que el niño/a estimulado
de forma precoz se aburre los primeros años de colegio y puede crear y tener problemas. Personalmente conozco a
algunos niños con padres que han apostado por este modelo y, sinceramente, son
niños equilibrados, con buenos resultados académicos y una correcta
socialización.
José Antonio de la Hoz
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